Relato de un amor renacido.

Entraba entonces el viento danzante
con susurros de relámpagos descontrolados
a la casa del malaventurado amante
acompañados de la lluvia que mojaba a los soldados.

Ay!, y como olvidar el retumbar de las puertas
los trinos de los pájaros en pleno crepúsculo
dejando atrás a la casa, ahora a la venta,
y adentrarse vivaz al tumulto.

Y se acordaba de aquella casa como de su vida
también se acordaba de ella, en todo lo que veía
recordaba su atrevida  fragancia sentida
y su ausencia que dejó a la casa fría.

Y siguió caminando sin rumbo alguno
a un porvenir ahogado en el azar
acompañado del cielo taciturno
sin poder saber, dónde parar.

Viendo la mano asida de la dama al entrar
a la fonda donde ellos antes solían comer
y entonces era indispensable mirar
a ese que le acompañaba, a ese robusto ser.

Los recuerdos se quedaron atrás
y la curiosidad entonces se apodero de él
mirándola como hacía tiempo lo hacía quizás
ocultando su rostro con un libro del anaquel.

El encuentro de miradas duro apenas unos segundos
y ella se puso nerviosa al ver al amor antaño
corría en su sangre el recuerdo de un mismo mundo
el olvido aún no había borrado el cariño y el daño.

Y él se fue repentinamente, a la casa en venta
hogar del amor que nació en otoño
recordó que vio en su rostro una risita contenta
y en su cabello perfumado un verde moño.

Al poco tiempo, ella apareció con las mejillas frías
se sentó junto a él, en la gradita de la puerta
y contemplaron el sol con tremenda alegría
ya en sus rostros se veía la sonrisa despierta.

Pero tan sólo duro una noche, una luna
el amor se impregnaba en sus cuerpos desnudos
juntándose lentamente al tono de la jauría perruna
desnudaron entonces todo el amor que estaba oculto.

Y ya no se veía en la bruma de los ayeres
el recuerdo que retenía a sus pies,
el camino se dividió como siempre
dejando un amor, otra vez, para el después.