A Miguel Hernández

gargantua


Cabrero, pastor entre los pastores,
careador de viento enamorado,
abierto el corazón sobre el costado,
esparciendo tu sangre entre las flores.

Cabrerizo, tu verso son sudores,
elaborado a golpe de cayado,
con remolino de honda es aventado,
volando tu palabra a los alcores.

Tu alma no bastara en un gigante,
con un cuerpo forjado en los aceros
y templado en los mares del Levante.

Tan grande luz dejaste en los senderos
que ni la muerte pudo, fue galante,
cerrarte de la cara los luceros.
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Comentarios1

  • nelida anderson parini

    Hermoso y sentido homenaje a uno de los grandes... ¡Excelente!
    Es un honor enorme leer tan bien pensados y elaborados versos.
    Recibe mi saludo en un abrazo sonriente.
    Feliz día.



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