Silencio del corazón

En el manantial de aquella finca
de agua cristalina, que nosotros vimos
agua congelada con la cual nos mojamos
como modo de juego, como modo de cariño.

La arena mojada que aún tiene plasmada los recuerdos
la huella de nuestras manos, que se irá borrando con el tiempo
Y ya las hojas de los árboles no se sacuden
con la brisa del viento frío, y despiadado.

Se quedan quietas, silenciosas, dormitando
con la música del bosque y de los pájaros
adornando sus maltratados nidos
¡Ay!, como sentir tus palabras en mis oídos.

¡Ay!, como sentir perder los sentidos
en tanta belleza nostálgica, perderme en tu voz
que me invade, junto con la mirada tuya
a veces de melancolía, a veces de euforia.

Acompañándote a tu morada elevada
sin flor en mis manos, ni calor en las tuyas
llenos de palabras vanas que no nos satisfagan
llenos de deseo repudio, escondido en la garganta.

Porque nunca hablamos del amor efímero
y todo andaba a nuestro favor
las hojas, el río, la mosca volando silenciosa
y los mudos pájaros adornando sus nidos.

Nunca te dije cuanto te amaba
ni te di mi mano fría cuando la necesitabas
entonces, me odio, no sabes cuanto me odio,
al orgullo, a la timidez callada y al repudio deseo.

No sabes cómo los odio por haberte alejado
y de repente, se mecían solas las solitarias hamacas
por el viento que renacía del norte
y obligaba a buscar refugio entre las casas arboladas.

Por el recién formado torbellino que se aproximaba
aquel que nos separó en distintas moradas
y nos dejo solos, al borde de la distancia
donde no nos escuchamos ni nos vemos.

Y entonces. El silencio se esconde, a lo lejos
con los pájaros y el viento.