Fenomenología ordinaria: mujer en mañana

jonathanbenavente

 

Ahora despiertas rejuvenecida, desenvuelta

la pupila a la claridad desnuda,

plegado el párpado y confrontada a la

impresión habitual.

Sorbes la mañana fresca por la ventana

en una profusa inspiración, ilumina

tu pecho: molinete jubiloso.

esta mañana abrieron nuevas lilas

al contacto ardiente de la aurora

y fueron mecidas, risueñas, por la hebra

de viento que insiste en echarte

un bucle sobre el rostro.

 

Contemplas la calle, sigues sus verdes jardines,

viajas en una rápida inspección hasta

su estrechamiento lejano; te comunica

un espacio abierto.

 

Que hermoso es ¿verdad? aunque no se

disponga de un gran pensamiento

que atrape este preciso instante con sus

pajarillos lanzados por los aires.

Tú eres exactamente como ellos, armoniosa.

Tienes un parentesco con las flores

matutinas, los jardines, los pájaros:

son tus senos.

 

El sentimiento cubierto de excepcional blancura,

la mente se tiene apacible a las capas

esenciales del gozo ( una mañana disfrutada

equivale a cuarenta minutos de yoga).

Finalmente tu párpados sucumben seducidos

por la inspiración acometida.

Todavía sigue comenzando la marea blanca

y vuelves a ser niña y aún fuera de tu nombre

te bañas de una inocencia insólita

que en su mínima facción resuena

a través de las estrellas.

 

Saciada, concluyes que estabas en lo cierto.

 

Haces el amor con la mañana.

Mentalizado voy visualizándote,

mientras te deseo para mi cuerpo únicamente.

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