La esencia del futuro

 

Miró el hombre la calma del lago

-mas no la supo interpretar-

Miró el hombre el mar agitado

-y no pudo emocionarse ni palabrear-

Se vio aburrido, -sobre una colina-

rodeado de un verdor cansino.

Decidido a hallar emociones, preguntas y respuestas,

difuminó el Domingo sempiterno.

 

  

***   ***   ***

 

Mis dedos comban los meses

girando la numérica hoja del calendario.

Y ante el miedo a perderse del día pasado,

del año gastado, y del mes vencido,

el ayer resucita,

esquivando a la amnesia toma impulso.

 

 

Recobra la voz, eleva su timbre,

haciéndose oír, recuerda que fue de él,

reclama estar presente en cada uno de los próximos segundos.

 

 

Aun quedando como el aire

de esa vuelta de papel;

señala la piedra, el asiento,

enlaza adjetivos y verbos,

El ayer es vidente cual indica el tropiezo.

 

 

Señala el hueco que se digna como cobijo,

o delata la insignificante grieta donde se podrían perder;

las monedas de oro, la decencia,

la alianza que promete honradamente

engarzándole al dedo, el mejor de los anillos.

O esa aguja que embasta suaves y rígidas prendas

concediendo avispado futuro.

El ayer sostiene los grados de venideros giros.

Sus reflejos recubren de tonalidades,

tanto los lados como a los transeúntes.

Así mismo, verifica fortalezas y debilidad,

consolida la levedad afianzada o el aplomo insurrecto,

con el cual se interpreta la lectura.

Devienen en mi calendario

infinidad de grandes y pequeños detalles.

 

 

El ayer con su garbo,

acrobático danza olvidándose del adiós.

Elude quedar perdido (obsoleto, dentro de un armario)

Desenvuelto, resulta ser coreógrafo

prendido de rítmicos argumentos;

el ayer le dispensa luces al hoy.

 

 

Ambos no sueltan, de su par la cintura,

y dedicándole al tiempo su contorneo,

juntos, aparecen como enamorados,

que paso tras paso innovan

mientras bailando caminan.

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)