Carnavales

omu



 

Pilatos poco empáticos.

Necios lavándoos las manos.

Romanos; que traidores de causas justas.

Apresándonos nos crucificáis.

 

 

Vuestra cojera de espíritu

desatiende la mudez de neveras,

como expertos prestigitadores,

hacéis que la vivienda sea un espejismo.

Vuestra ceguera vuelve antes de hora difunta,

a esa vejez de pobres invalidos.

 

 

Vendéis al Dios público

por plazas y mercados,

a la educación de indefensos, frágiles niños.

Para así poder rescatar;

el suculento banquete del irónico puro,

de unos pocos engreídos, prepotentes energúmenos.

Medievales personajes que,

todavía creen en los amos y lacayos,

en un latifundio que es suyo

en el que nos cuidan como reses,

tratándonos como a ganado.

 

 

Sois; pederastas de la economía,

sólo violáis al pequeño,

siempre arremetéis contra el débil.

Sois infieles bastardos,

simuláis proteger a los dos bandos.

Violentos desconocidos,

cuales experimentan con la muda pero eficaz guerra fría.

Refrendáis el proxenetismo;

traficáis con la vida de vuestros propios hermanos.

Faltándoos la vergüenza,

no os importan las vicisitudes de ninguno.

Hasta al esforzado padre,

-de zapatos roídos y sudada camisa-

pretendéis hacerle vuestro siervo,

adicto del desmesurado consumo; vuestro esclavo.

Queréis que a precio de saldo;

escarbe en las minas,

abra zanjas, corte tejidos,

fabrique mobiliarios,

limpie la porquería de innecesarios productos,

atienda en hospitales o enseñe en las escuelas.

Perdisteis el corazón algún día;

será que con vuestras reglas mandan los beneficios.

 

 

Sois cobras,

os erguís y bailáis al son de cualquier moneda que pese,

al ritmo del oro.

No dudáis en despellejar a la sociedad,

de con vuestro látigo fustigar,

con la crueldad más austera.

 

 

   ***   ***   ***

 

Ellos -tan cercanos como distanciados-

igual zorrean que montan cepos.

El futuro argumentan entre verbos hipócritas.

Usando argucias seducen, cuentan mentiras.

Su astucia les proclama ciudadanos,

sencillos hombres del pueblo, de a pie,

pero su sueldo se mantiene -bajo mano- con todas las pagas,

y, garantizándose jubilaciones espléndidas,

llenan sus mochilas quitándole a la bolsa del resto; a las arcas.

 

 

Maúllan; son gatos en celo.

Su coqueta ambición flirtea,

quiere engendrar dinero.

Hipnotizan, engatusan,

interpretan con sus artimañas.

Aúllan; llevan pegada -de quita y pon-

sobre su piel de lobo

la de un inofensivo cordero.

Bendita la escopeta del pastor

que provoque a su aptitud entierro.

 

 

Como la cabra que tira hacia arriba, al monte,

ellos pretenden minimizar la recesión,

pagar tantas deudas ajenas, privadas,

supuestamente dicen arreglarlo con la inflación,

no respetan ni lo imprescindible,

a todo le suben los precios.

Con la frialdad que le corresponde,

baja el hielo y la nieve de las montañas;

a su vez, mimetizados: descienden los sueldos.

 

 

Como habitantes prehistóricos hurtan la lumbre

¡son incendiarios!

prenden el fuego,

matan deseos que concedieron.

Quemando la salud de las familias,

incineran su bienestar.

 

 

Putean como anuncios por las esquinas,

publicitan sus caras,

encubiertos, detrás de falsas máscaras,

impregnados de maquillaje.

El lujo los viste,

las etiquetas de su ropa indican

el alto coste de las prendas,

el pago hecho por ser de marca,

y el corte de su cabello,

como así los colores de su camisa y corbata,

¡bien merece un estudio!

un estilista apuesta por darles equipaje.

 

 

Prostituyen los medios corrompiéndolos,

adulteran, destruyen la verdad de la información.

Altivos manipulan según les conviene

hasta las tarifas del mismísimo sol.

 

Simulan ser egipcios, artesanos matemáticos;

elevando sus demenciales pirámides cuadran los números.

Parecen ser expertos relojeros;

ajustan las cuentas escogiendo un tiempo concreto,

aciertan cual será el equilibrio de la balanza,

la ubicación que guarda el disimulo,

el momento preciso para hallarse presentes

o el tiempo exacto para ellos desvanecerse.

Se posicionan siempre en la presunta inocencia

que les acaba por regalar la absolución;

-cobrándose favores de antaño, antiguas deudas-

en el lado perfecto.

 

Entre cacareos embaucan;

a liebres, cerdos, vacas, patos, corderos y conejos.

Repiten y repiten con estudiados gestos,

como aquel eco del cuello de insistentes gallinas.

Que ingenuas y tontas

actúan en el corral que es escenario,

demostrando su falta de capacidades,

se pavonean con sus idioteces.

Picotean el veneno,

se alimentan perdiendo la sal de la vida,

la pureza del agua, que descuidados extravían.

Dicen ser los mejores ponedores,

poder cubrir las necesidades,

con la pericia de sus huevos.

 

Voltean el corral aparentando bondad,

pero absolutamente todo...lo inundan de mierda.

Sus excrementos huelen, manchan y fomentan

la suciedad social,

Insisten en sus pautas reticentes a la escucha,

su cocina le procura al planeta;

un plato para comer

con gran bola de mierda.

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)

 

 

 

 

 

 

 

  • Autor: omu (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de mayo de 2012 a las 16:52
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 66
  • Usuario favorito de este poema: PoetaTriste.
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