Epístola para un plathonico

jonathanbenavente


Sylvia tu tinta entre los hombres ha dejado mucho cuerpo al abandono,

un peñón de barca en el océano infinito desdibujó cada madrugada junto a la

recamara,

la serenidad perdida juzgó que la sorpresa vendría de tu lado y nada,

se fue acabando el escrutinio cuando hubo que marchar hacia un nuevo

comienzo

en alas de la vieja serenidad perdida que en tus manos fue resbalando y el

deseo

muerto, se hizo pequeño en un beso y grande al abrirse al pecado.

Me encuentro muy lejos del ser que soy cuando estoy tranquilo,

cuando me sobra la cordura para ir diciendo “hey, esta es una bonita mañana”

porque ha veces una mirada amorosa puede acercarme un poquito más al

cielo,

pero ahora la aflicción avanza sola, me recorre por los pensamientos un

hormigueo inocente y me hace presa en su vuelo infame, ahora sospecho

una ola inmensa de fuego apoteósico combatiendo la oscuridad en yardas,

La muerte me humilla, y tú mejor que nadie lo sabe, su juego es dejarme

Desfallecer lentamente, no digas que ahora no entiendes a lo que me refiero,

Quiero decir que la carrera es más larga que el combustible con el que cuento.

Estas veredas son mías, guardan la memoria de mis pasos, ellas conocen

Muy bien el tropel pensativo con que atravieso las mismas calles día a día.

La indispensabilidad no existe, cada quien carga con su virtud y tu nombre,

aquí, es testimonio de una consigna victoriosa; yo pienso en una muchacha

cubierta por la nostálgica lluvia Londinense, aquella que en trae algo

pútrido en su pasado. Dicen que con el tiempo fuiste asemejándote más

a una aparición, entre lo poco que encontré fui reconstruyendo a un ángel

silvestre cuya sonrisa brilla atravesada por brotes verdes. Llévame contigo a

volar

por el reino tercero, cásate conmigo en la constelación de Acuario,

seremos como dos lágrimas de alegría confundiéndose en la aurora

conmovida,

guardarás ese aro nupcial que hice tallando un arco-iris en listón, y bajo

nuestro contraluz los tintes teñirán nuestras almas con horizontes plenos.

Aunque una noche, con una martillo rosa, rompas mi corazón, mi corazón roto

Que engaña al trote del tiempo con argucias shakespearianas, o, llenando

Mis pupilas me empujes al inframundo, mientras yo pienso en la dulzura que

Ocupa casi todos tus gestos. Y yo volveré a ser un muerto casi silencioso.

  • Autor: jonathanbenavente (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de mayo de 2012 a las 01:52
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 24
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios1

  • xmalavao

    Tremendo, muy bueno.



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.