Más allá de las preguntas existenciales, y después de varios vistazos al cielo, me doy cuenta de lo increíble que resulta encajar dentro de tan vasto espacio, me hace sentir afortunado y no puedo evitar admirar al universo, maestro de una cautivadora orquesta de luces titilando al son de la libertad; así como la vida misma. La armonía entre la destrucción y la evolución no es otra cosa que mirar nuestro propio pasado y pensar en el futuro.
De niño pensé que las estrellas eran algo así como inofensivas luciérnagas que se posan en el firmamento, y como era un niño normal, no escapaba del sueño de alcanzarlas. Hoy día se que tenía pensamientos suicidas, pues moriría abrasado en el intento; no todo es lo que parece de lejos, incluso las personas, algunas a una distancia prudencial parecen ángeles, mas al conocerlas no son más que demonios. Pero hasta en el más ángel hay una pisca de demonio y hasta en el más demonio hay una pisca de ángel.
Vaya fogata en el cielo que nos ha dado, entre otras cosas, la vida; el sol. Padre de todo el sistema solar, nos aturde en verano y lo extrañamos en invierno.
Así como nuestros padres, pareciera que no son padres hasta que nos distanciamos y entendemos el valor de su calor. Imaginar la vida sin ellos es imaginar una noche eterna, donde el último ocaso será el recuerdo perpetuo en lo oscuro.
¿Qué sería de las pléyades si desapareciera una de sus siete hermanas? Si alguien falta en la familia ya nada es igual.
Cielo, ¿cuántas almas vagan buscando su destino? ¿Qué sería de los colibríes sin su flor? y ¿Qué sería de las flores si no hay nadie quien contemple su belleza? Todo en su lugar, perfecto, escalofriantemente perfecto. Así como las estrellas, morimos para que otros nazcan, lloramos mientras otros ríen y reímos mientras otros lloran.
Cuenta la evolución que una serie de cadenas catastróficas nos ha dado como resultado el mundo que hoy conocemos, el cual era perverso y hostil. Y cuenta la evolución que esa cadena está lejos de su último eslabón.
El maestro Universo nos ha revelado un secreto: la armonía es antecedido siempre por la destrucción, así como la guerra y la paz, el bien y el mal.
En el último vistazo al cielo, entendí que no tendría suficiente valor para enfrentar la vida sin los problemas que a diario supero. La mejor forma de alcanzar una estrella es sintiéndome una de ellas. Hasta el más pobre de los pobres tiene la posibilidad de soñar, y como nadie piensa igual puedo ser nada para unos y todo para otros, pues como la luna, para algunos puedo ser un mundo inerte y polvoriento, para otros puedo ser un hermoso espectáculo en el cielo, todo un poema bajo el manto azul, dueño de versos, el más elegante del firmamento.
Algunos latidos demás acompañado de una tenue y solitaria sonrisa, me ha dibujado esa estrella fugaz, un asteroide, una piedra que quien sabe cuánto ha viajado y cuánto ha vivido para sacrificar su vida solo por una sonrisa. Es así que quiero morir, después de recorrer el espacio y el tiempo, sueño brillar y luego desaparecer en la noche serena, robar sonrisas y que la gente no recuerde la piedra, sino el ultimo brillo de una fugaz estrella.
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Autor:
Nelson Javier (
Offline)
- Publicado: 3 de marzo de 2012 a las 22:19
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 19
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