LXXXIV

Cuando la ausencia de tu piel me lleva a delirar,

Pienso en lo delirante que es el simple hecho de amarte.

Cuando la vida a cambiado todo estado de mi existir.

Pienso que tu,

Haz cambiado todo estado de la materia en mí.

 

Cuando el dolor me invade,

No tengo otra medicina que tu amor.

Ahí, ya no importan todos los antiguos sentimientos,

Solo importa que ahora eres a quien esperé…

Eres a quien a los ojos ví,

A quien a mi lado sentí,

Y en la insistencia desesperada de mi búsqueda

Te busqué.

 

Eres la desesperanza hecha esperanza en el momento

Propicio de amarte.

 

Eres la paz que mi alma alcanza

De tal manera como si suplicara al mismo Dios por ella.

Eres como el agua que fluye en las entrañas de la tierra,

Suave, lenta y desmesurada ante la agitación de la superficie.

Eres como la esencia que invade la catedral

En el momento de la Consagración

-total, plenamente uno contigo-

 

En la usencia de la misma realidad,

Llega tu presencia que lo cambia todo,

Lo renueva todo,

Como un todo en todo conmigo.

 

La vida cambia totalmente

 

Y quienes están a mí alrededor

Sienten lo importancia de que seas

Importante en mi vida.

Ese sentimiento,

 

Invade a los demás y los hace

Despojarse de la realidad de vivir en la soledad.

En un dulce encuentro,

Somos para los demás el proceso de búsqueda

De una felicidad no utópica

Sino real, tangible, duradera.

 

Juntos, hemos descifrado las perdidas de la memoria del tiempo;

Y hemos dado cabida a las memorias del alma.

Hemos dicho que el amor

Todavía tiene cavida en la tierra

 

Y que los humanos aún somos capaces de dar.

 

Hemos dejado a un lado el egoísmo

Y hemos pasado a ser,

Solos nosotros dos,

Un tesoro tangible para la humanidad,

Somos como el nuevo Patrimonio de la UNESCO.

 

Nuestro amor…

Dejará huellas…

En el tiempo…

En el espacio…

En la realidad…

Para vivir felices…

Al momento de partir…

Solo diciendo a Dios

-Es hora. Puedes tomarnos y llevarnos

Porque hemos vivido en el amor;

Y hemos regalado el amor-.