En La Distancia...

Denielig



 

 

 

Se acercaba la noche, una noche como cualquier otra. Fría, sola, triste. Se acercó al escritorio, tomó la pluma y se dispuso a escribir. Pero… ¿a escribir qué? Esa sería la carta más difícil de su vida. Dejó la pluma, sobre el papel aún en blanco. Su mirada huyó por la ventana abierta, perdiéndose en la distancia. Distancia. Palabra que había adquirido especial significado, y alrededor de la cual había girado su vida en los últimos años. Con una punzada de dolor, decidió abrirle la puerta a los recuerdos.

 

La primera vez que tuvo noticias suyas, fue de manera absurda. Leía el diario, y el encabezado de una nota llamó su atención. Auxilio! Ayúdame! Lejos estaba de saber entonces, que esas dos desesperadas palabras, cambiarían su vida. Bajó la mirada y siguió leyendo. Era la triste historia, de un hombre privado de libertad. Acusado de un crimen, del que se confesaba culpable. A través de su escritura comprendió, que estaba preso, es verdad, pero su alma permanecía en una prisión mucho más dura, la de la culpa. El arrepentimiento no había logrado redimirlo, él no lo permitiría nunca. En el doble encierro, en el que vivía, solo esperaba el alivio, que le proporcionaría la muerte. Realmente no vivía, se limitaba a morir un poco cada día.

 

Aquel relato lleno de culpa y de tristeza, la conmovió. Pasaron varios días, antes de que se atreviera a contestar su petición de auxilio. Pasó largas horas, discutiendo consigo misma la conveniencia de hacerlo. Era alguien a quien no conocía, a quien no conocería nunca. ¿Qué podía importarle su situación, por triste que fuera? ¿Qué podía importarle a ella, si como  él mismo decía, su única compañía, era un solitario rayo de  luz, cuando había  luna llena?  Pero lo cierto es, que le importaba. Algo la impulsaba a contestar aquella llamada. Por fin se decidió, y una mañana, envió la carta. Esperaba que con eso, aquel pobre desdichado se sintiera un poco mejor.

 

Siguió con su rutina diaria, y grande fue su sorpresa, cuando el cartero apareció con un sobre para ella. Había dirigido su carta a “Desdichado”, como él mismo indicaba, asegurando que si alguien escribía a ese destinatario, a él le llegarían las cartas. Pero no había dado, ni preguntado nombres. Con manos temblorosas abrió el sobre, y se dispuso a leer.

 

Gracias.

 

            No sabes lo que ha significado para mí, que aún haya gente en el mundo, que se compadezca de la pena y la tristeza ajenas. En este vil encierro, la vida es miserable, pero como ya debes saber, es lo que merezco.

 

            Aún así, me has escrito, por lo que mereces saber con la clase de persona que tratas. Cometí un error y eso me llevó a cometer otro. Se me acusa de asesino, y aunque no maté con mis propias manos a esa persona, fue mi error el que lo llevó a la muerte, por lo que soy igualmente culpable.

 

            Te preguntarás de qué pueden hablar dos desconocidos. Yo te puedo hablar de mi vida, de la época en la que tenía una. Tú me puedes hablar de la tuya, pero si no quieres hacerlo, lo entenderé. Pero si aún quieres ser misericordiosa, entonces cuéntame historias, como hacen las madres con sus hijos, antes de dormir. Escribe lo que quieras, pero no dejes de escribir.

 

            Eres el primer ser humano, con el que tengo contacto desde hace muchos años, no me abandones. No sé tu nombre. No quiero saberlo. Para mí serás simplemente el rayo de sol, que ilumine esta opresiva oscuridad.

 

Leyó y releyó, esa misiva muchas veces. No había exageración, ni excesivo drama. Era tan simple, como el niño que llora porque le teme a la oscuridad. A partir de entonces, comenzó un intercambio, que duraba ya tres años. En esas cartas, estaba el relato de toda su vida. Una vida llena de incidentes, peligros y aventuras. Estaba todo, desde que tenía memoria, hasta el momento en que empezó a morir. También había cartas llenas del dolor, de aquel encierro, y la agonía de que no terminara.

 

Su vida en cambio, se podía resumir en un par de párrafos, muy cortos en realidad. Por lo que empezó a inventar historias. Se convirtió en una especie de Sherezade, para aquel desconocido, la única diferencia consistía, en que era él, el que esperaba el descanso de la muerte y no ella.

 

Pero con el tiempo, él pasó de esperar la muerte, a esperar con ansia la llegada de sus cartas. Cada pergamino era una nueva historia, aprendió a ver la vida, a través de los ojos de ella. Comenzó a cambiar patrones y conceptos largamente sustentados, por las ideas y convicciones, que ella le fue transmitiendo en sus historias. Hasta que un buen día, se descubrió enamorado. Tal y como había luchado contra la culpa. Luchó contra aquel extraño sentimiento, que había despertado en su interior. ¿Qué clase de locura era aquella? ¿Cómo podía sucederle esto? Ni siquiera sabía su nombre, no la conocía. Pero una insidiosa voz en su cabeza, le repetía que no la había visto, pero que “sí” la conocía. La conocía, a través de sus cartas, sabía cómo pensaba, sabía cómo sentía, y sabía sobre todo, de la generosidad de su espíritu. Cuando el debate acerca de lo que sentía, finalizó dando como resultado, el reconocimiento de que amaba a aquella desconocida, comenzó otro más crudo aún.

 

¿Se atrevería a decírselo algún día? ¿Tendría el valor suficiente? Y si lo hacía ¿Cómo reaccionaría ella? ¿Y si dejaba de escribir? No creía poder soportarlo. En ese angustiante dilema, pasó mucho tiempo. Hasta que una noche, despertó sobresaltado. Decididamente debía estar enloqueciendo. Podría haber jurado, que ella estaba ahí. Había sentido su presencia. ¿De dónde sacaba aquello? En una de sus historias, hizo énfasis en la belleza y la fragancia del jazmín. Y ese era el olor, que aún flotaba en el ambiente. Tomó la decisión. Se levantó y comenzó a escribir.

 

Mí querido Rayo de Sol:

           

                   Aún a riesgo de perderte para siempre, tengo que decirte esto, porque si no lo hago estaría traicionándome a mí mismo y a lo que siento. Es simple son solo dos palabras, pero que encierran mi vida. Te Amo.

 

                Si te preguntas de dónde salen las palabras que plasmo hoy en esta carta,  puedo decirte que salen de lo más profundo de mi alma y de mi ser. Salen de lo que soy y de lo que tú has hecho de mí.

 

              No creo estar loco, si eso es lo que piensas. Aprendí a amarte a través de tus cartas. Te instalaste en mi vida, y ahora no se qué haría sin ti. Dedico mis días a repasar tus cartas, y mis noches, a perseguir el sueño de tenerte.

 

              No estoy en posición de pedir, ni de dar nada, sin embargo, quiero pedirte solo una cosa, no pretendo que tú sientas lo mismo, pero no me apartes, déjame amarte.

 

Por Siempre Tuyo

 

Cuando ella recibió aquella carta, su corazón se agitó de alegría, hacía ya mucho tiempo, que ella lo amaba. No tenía idea de cómo había sucedido, pero a través de sus cartas, vislumbró a un ser maravilloso, y un día cualquiera se descubrió amándolo.

 

A partir de ese día, compartieron un amor a distancia, que no pedía nada, más que las líneas que podían ofrecerse el uno al otro.

 

Con inmenso pesar, salió de sus recuerdos. Sostenía en sus manos su última carta, quiso leerla de nuevo, antes de emprender la ingrata tarea que le aguardaba.

 

Mí amado Rayo de Sol:

 

                      Anoche soñé contigo, y te sentí tan mía que cuando desperté, aún mi corazón estaba agitado.

 

                   No es necesario que estemos juntos para hacer el amor, lo hacemos cuando me escribes y te escribo, cuando me sientes y te siento cuando me sueñas y te sueño.

 

                 No es necesario probar tus labios, tocar tu piel o mirarte a los ojos para saber que nos pertenecemos.

 

Dejó de leer, era hora de hacer lo que tenía que hacer, él lo merecía. Tomó nuevamente la pluma, y comenzó a escribir, dejando que sus lágrimas se confundieran con la tinta.

 

Un par de meses más tarde. El estaba desesperado. Su carta llevaba un retraso de dos días, eso no era usual en ella. Había estado angustiado y preocupado, triste y asustado. Había pasado una mala noche, se despertó con un dolor punzante en el pecho y una sensación de vacío que lo llevaron a las lágrimas. Pero por fin,  recibió con alegría la carta que estaba esperando.

 

Mi amor:

 

                  Probablemente, esta carta haya tardado más que de costumbre, pero había razones para ello. He vivido la época más feliz de mi vida, gracias a ti. Te convertiste en mi presente, me hiciste  olvidar el pasado y la incertidumbre de un futuro. Durante muchas noches, te sentí con tanta intensidad, que hasta pudiste transmitirme la seguridad de tus brazos, el sabor de tus labios y la calidez de tu mirada.

 

               Hemos coincidido en el mismo espacio y en el mismo tiempo, y aunque no nos hayamos encontrado, jamás nos perderemos.

 

             Cuando recibas esta carta, yo habré dejado de existir, pero no te angusties, nuestras almas nunca han estado más unidas de lo que estamos hoy, y lo estaremos por siempre. Te amo, y siempre te amaré. Nos volveremos a encontrar.

 

Sintió que todo giraba a su alrededor. Recordó la noche pasada, el dolor de su corazón y la sensación de angustia. La había sentido irse. Un grito desgarrador brotó de su garganta. Y su último pensamiento, antes de hundirse en la oscuridad, fueron sus últimas palabras. Nos volveremos a encontrar.

 

 

 

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  • Autor: Eclipse (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de octubre de 2011 a las 16:39
  • Comentario del autor sobre el poema: El amor es el símbolo de la eternidad, elimina todo el sentido del tiempo, destruye todo recuerdo amargo y anula todo temor de un final... Las almas unidas por los lazos del amor, estan destinadas a encontrarse una y otra vez a través del tiempo...
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 103
  • Usuarios favoritos de este poema: efraguza123, Dark_Angel, TeAmoCH, ALVARO J. MARQUEZ.
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Comentarios5

  • efraguza123

    MUY BUENO. Me gustó ese estilo de mantener al lector en ascuas hasta el final.

    • Denielig

      Buenas noches Efra... muchas gracias, me alegra que te haya gustado... karamel kisses...

    • Dark_Angel

      Ciao bambina:

      Absolutamente di acordo con la signorina Romantik, e una obra de arte. Esa hermosa forma de plasmar el amor, que exhibes en todos tus escritos, solo habla de alguien con una gran capacidad para amar. Sea en prosa o en verso, sei magnifica. Baci. D_A

      • Denielig

        Ciao amore... grazie mille... sono felice che ti sia piaciuto... e la vostra presenza costante... caramella baci...

      • TeAmoCH

        Buenas noches princesa, parece bastante inútil repetir lo que todos te han dicho ya. Solo me resta expresar mi total convicción en cuanto al hecho de que las almas que están destinadas a pertenecerse, lo harán sin importar que tanto nos empeñemos en ignorarlo o evitarlo.

        Dulces sueños, nena, al menos para tí, porque mira la hora y el sueño sigue huyendo de mi. Besos princesa. GP

        • Denielig

          Gracias de nuevo por tu visita... exactamenete eso es lo que pienso... pero somos excepcionalmente tercos y muchas veces nos negamos a ver lo que tenemos al frente... karamel kisses...

        • ALVARO J. MARQUEZ

          No repetiré como dijo la persona anterior, lo que todos han dicho, sólo me uno a los aplausos... un beso.

          • Denielig

            Muchisimas gracias Alvaro... por el tiempo que le dedicas a mis escritos y por tus comentarios que siempre me alegran mucho... karamel kisses...

          • Maria Isabel Velasquez

            LA PRIMERA VEZ QUE TE LEO Y LA VERDAD ...ME ENCANTO ¡¡¡¡¡¡¡
            ME MANTUVISTE AHIIIII TODO EL TIEMPO ...EL AMOR ES MARAVILLOSO
            CUANDO AMAS ES PARA SIEMPRE ...
            FELICITACIONES
            FELIZ FIN DE SEMANA
            ABRAZOS DTB

            • Denielig

              Buenas noches María Isabel... muy agradecida tanto por tu visita, como por tu lindo comentario... y sí, yo si creo en el amor eterno... gracias, igual para ti... karamel kisses...



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