- 1 - cuando resunan tus pies -- 2 -- PERDON

RICARDO ALVAREZ

1--CUANDO RESUENAN TUS PIES

 

Porque asoma el sol su espesura

cuando se ausentan tus ojos de altura.

¡No sabes que prisión es el cuarto sin ti!

Como una barca que perdió su tela de tienda

en una emboscada de diluvio corsario/

 

¿Como serán mis ojos del negro opaco

sin el brillo espejo de tus pupilas.

Cuanto ablandará mi carne deshidratada

sin la lluvia de tu selva poblada?

En vano gotea el tacto su sudor,

la palma va desmembrando su digita huella

si solo rindo culto a tu ausencia/

 

¿Porque será amor

que mis oquedades se amplían con tu mínima distancia?

Mientras más amor se deposita

en la membrana de glándula quejosa

más se comprimen mis poros

de salvaje flor enamorada/

Ahora que resuenan tus pasos algodonados

al umbral de blandura hojosa

dejo el canto mudo

en mi verso inconcluso de apuro

para fundirnos en un abrazo de forja encendida

y llagar nuestra piel de pólvora explosiva/

 

 

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2-- PERDON

 

 

La cruz fue blandida en pos del Espíritu Concebido.

Inició la feroz batalla con injusta desigualdad.

Al ignorante, mudo, al pensador y el decrépito.

 

De elogio, la mujer recibió flagelo.

Pensar fue su culpa. Hablar su No Derecho.

La belleza se ocultó a la sombra de un velo, y

el fémino encanto genuino, fue deshecho.

 

En decreto plagiado se mutó la palabra. En fundamento,

vocablos repetidos: prisión, culpa, castigo.

de lenguas opresas y mudas por el tormento.

Respondiendo en multitud de idiomas babélicos.

¡ Perdón por haber pecado, perdón Santa Inquisición ¡

 

El cielo invocado comprimía ideas y razones,

en estrecho espacio de tiempo se arrugó el mar rugiente.

Santos, ostias y purgatorios clavaron punzones,

en el vientre del sol, que no salía al oriente.

 

Luego llegó el escudo  blanco y rojo asesino.

Moros, infieles, ateos, negros al abrazo del martirio.

El Cristo quedó anclado en la tierra del olvido, y

la imagen de Santa Guerra se vistió por manos usureras.

 

Los muros saturados de rigor ortodoxo patético

vibraron al nombre de un Copérnico y un Galileo.

Leñadores, granjeros, guardianes de lana en buen Sacramento

encendieron la llama de aquel que habló en hebreo.

 

A que punto conduce la mísera unción en manos alquimistas,

artífices de la caza y la persecución.

¡ Dime, plagiado caballero ¡

¿ A que razón apunta tu rapaz constancia, y que alma va en la punta de tu arpón ¿

Tienes jurisdicción, mas no Libre Albedrío.

¡ Rinde tu débil voluntad. Te ha vencido el corazón ¡

 

¡ Perdón, infelices del mundo, por el agravio del pasado ¡

En nombre de lo sagrado, la tierra fue un inframundo.

                  ¡ PERDON ¡

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