Del amor bien. Gracias.

¿Del amor?

Bien, gracias,

Eso quiero y eso creo.

Ilusión puede ser mi nombre en estos días.

Enamorado mi apellido,

Hermosa, ese puede ser el epíteto ideal

para la mujer que amo.

Ternura es la palabra que mejor describe nuestros momentos juntos.

Sinceridad, ¡ah la sinceridad!

Bien puedo decir que no soy capaz de no serlo con ella

y que es esa la resguarda que abriga nuestras tertulias.

Nuestras largas tertulias.

¿Que cómo es?

Si conoces lo inefable, te diré que ella lo es;

así como todo lo que me genera en mi íntimo,

en mi ser, en mi esencia.

Describirla sería buscar

tercamente adjetivos que no hay,

superlativos que no alcanzan,

títulos que no consiguen merecerla.

¿Que cómo lo logró?

No sé.

Seguro que ni siquiera lo intentó.

Fui yo quien se acercó  al almíbar de su ser,

a la ambrosía de su sonrisa

y me quedé asido a su encanto inevitable.

Ella no me enamoró,

fui yo quien se enamoró de ella.

Ella simplemente, lo permitió.

¿Mi salud?

Bien, gracias,

El médico dice que me sienta bien estar enamorado.

Y yo le sigo haciendo caso.