EL MAULLIDO DE LAS GATAS... (Juan Meléndez Valdés )

enmanuelmundo

Hace algún tiempo, cuando no se sabía

En qué el ruido maldito consistía

Que arma por los tejados y desvanes

La gatuna familia tan huraña,

Parecían cosa muy extraña,

Que las esquivas gatas no quisieran

Permitir que la cosa le metieran

Sin araño y bufido:

Más ahora que todo lo he sabido,

Digo que hacen muy bien, y si por acaso

Alguno lo ignorare, escuche el caso.

Sucedió que una gata cierto día…

(hemos de suponer que todavía

Ninguna al fornicarla maüllaba)

Por un desván andaba

Buscando algún gatillo comedido

Con quien fulgar un rato;

A cuyo tiempo un gato

Hambriento y desvalido

En causa deshonesta no pensando,

Qué comer  iba por allí buscando,

La gata al verle, con rubor fingido,

Poquito a poco se le fue acercando,

y con dulce maullido

le preguntó por qué tan cabizbajo

estaba, y tan doliente.

-          Tengo hambre, respondió cortésmente,

Y ella hasta aquí me trajo;  

Pero perdón os pido, gata hermosa,

De haber hasta aquí  entrado;

Ver si mandáis, señora, alguna cosa,

Que me vuelvo al tejado.

La gatilla admirada

De ver gato tan noble y bien hablado,

Le dijo remilgada:

-apenas la criada de esta casa,

Que es de un rico canónigo, y escasa

Nunca anda la comida,

Acabe de guisar un grande plato

Digno en fin de tal gato,

De sardinas y sopa bien hervido,

Comeréis; entretanto aquí esperemos,

Y al sol, si gustáis de ello, nos sentaremos.

Sentáronse, y el gato agradecido,

Deseoso esperando,

El plato prometido,

Y fuerzas de flaqueza en fin sacando,

La requirió de amores, no creyendo

Que tuviera gatilla tan modesta

Tanta gana de fiesta.

Pero ella, alzando poco a poco el rabo,

Dijo que no…que sí… que hay mil acasos…

En fin, cuando se dice en tales casos.

Ella es, que tuvo al cabo

El gatazo infeliz, sin saber cómo,

Que montarse en el lomo

De la gata paciente,

Que lo sufría silenciosamente.

A este tiempo un ratón pasó corriendo

No creyendo encontrar aquella gente,

Lo cual el gato viendo,

De gata y sardina olvidado,

Echa a correr tras el desventurado;

Le coge, híncale el diente,

Y de un salto se pone en el tejado.

La gata avergonzada,

A las demás refiere el caso todo,

Y todas juntas inventaron modo

De no verse en la ofrenda ya citada;

Y fue a dar mil maullidos y bufidos,

Cuando tienen los rábanos metidos,

Y así, al oírlas, nunca los ratones

Vienen a interrumpir sus diversiones.

  • Autor: enmanuelmundo (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de diciembre de 2013 a las 20:57
  • Categoría: Erótico
  • Lecturas: 473
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