El angel caido

Daniel Mercader

El gran vacío de la noche

Se acentúa en esta prisión.

En aquel negro cielo se oye

El retumbar de la aflicción.

 

Las estrellas tiemblan y lloran

Apenadas sus formas lánguidas.

Las gotas de rocío forman

Al caer en hierba sus lágrimas.

 

La luna tras un negro velo

Llora en silencio lamentada

Y con su llanto cruza el cielo

Impotente y desesperada.

 

Cuando el fin de la noche llega

De una estrella fugaz depende

El fin y el comienzo se mezclan

Planeando entre ellos la muerte.

 

Las luces de vida se apagan,

La claridad se hace latente,

El velo de este mundo se alza

Por acción del omnipresente.

 

Pero entre las nubes y al alba,

Rodeada de dioses bella,

Contemplando con pena mi alma,

Brilla intensamente una estrella.

 

Encima de una colina

Está el palacio de la muerte,

En donde muere toda vida,

En donde todo puede perderse.

 

Cuando el sol no brilla tan fuerte

Y en medio de un nublado cielo

El ángel Gabriel y la muerte

Se baten en furioso duelo.

 

Observando está la esperanza.

Bajo ella pelean los cuervos.

Los pájaros luchan cual danza,

Mientras lágrimas caen sobre ellos.

 

La oscuridad que permanece

Esconde negras siluetas.

La dueña de alma que perece

Es la que destaca de entre ellas.

 

El demonio espera ocultado

Como una sierpe en un frutal,

Esperando al dulce bocado

Que venga por una casual.

 

En aquel oscuro bastión

Me encuentro debilitado.

Encerrado en un torreón

Sigo pensando en mi pasado.

 

El frío que en mi celda vive

Se te mete en el corazón.

Aquí dentro el aire no dice

Pero fuera silba a canción.

 

Mi Padre de mi no se acuerda,

Del brillo de mis blancas alas,

Pero seguro que recuerda

A este ángel caído en escarcha.

 

Ante el error imperdonable

De la extraña mortalidad,

La furia de Dios, imparable,

Te quema en su fatalidad.

 

De esta decisión me advirtieron

Pero el deseo me cegó

Mis puras alas se fundieron

Y pluma el viento se llevó.

 

Les dio a conocer mi traición

Mi Padre sentado entre estrellas.

Que no me brindasen perdón

Les ordenó a sus calaveras.

 

Al saber mi naturaleza

Podrían haberme ayudado

Pero una desconocida fuerza

Les hizo rechazar mi mano.

 

Esperándome ellas estaban,

Con sus crucifijos y picas.

Un oscuro destino aguarda

Al que oscuro camino siga.

 

Pero la muerte golpeó

En la mesa con su martillo,

Ya que mi Padre le ofreció

Un cristo de oro cual anillo.

 

De mi alma me despojaron

Con dolores insufribles.

Con sus máquinas y clavos

Perdí todo aquello sensible.

 

El piar de los pájaros se oye

Como muerto o afligido,

Y en mi hambruna medito sobre

La virgen vida que he vivido.

 

Pero no solo estos sonidos

Se perciben en el ambiente,

Pues por estos mismos pasillos

Se oyen los pasos de la muerte.

 

A lo lejos se oyen cadenas

Resonando como el pulsar.

Los pasos de muerte se acercan

Para llevarme de este lugar.

 

La puerta chirría de vieja

Y pasa un tiempo hasta que noto

Que esperan en el umbral de ésta

Dos guadañas con mangos de oro.

 

Vienen a buscarme a mi celda

Dos torres vestidas de negro.

Negros cuervos graznan con pena

Cubiertos con un negro velo.

 

Ellas han dictado sentencia

Con sus esqueléticas manos,

Mi suerte y mi dolencia

Hablándose de hermano a hermano.

 

Encapuchado me trasladan

Desde mi celda a un pasillo.

Con mis pies débiles me arrastran

Y me sacan de este castillo.

 

En un bruno carro me meten,

Y a mi alrededor buitres siento.

La hierba y las flores se mecen

Con suaves caricias del viento.

 

Corceles con opacas alas

Me llevan hasta mi destino.

Plumas de esperanza cual llama

Van dejando por el camino.

 

Al paso de mi carruaje

Tres mares de trigo me observan.

Se ríen de mi los salvajes

Mientras pasa ardiendo una higuera.

 

Un moreno chacal erguido

Saluda al maestro del carro.

Con sonrisa y muy complacido,

El dios de la muerte da el paso.

 

Con cabeza de calavera,

Los guardias expanden sus alas.

Con expectación mas que tensa

La muerte se viste de gala.

 

Ya no escucho el canto del mar,

El del amanecer tampoco.

En este maltrecho lugar

Mis hermanos me dejan solo.

 

¿Quién tiene el valor de vivir?

Puesto que el mal siempre perdura.

Sólo se puede resistir,

Con voluntad, con la más pura.

 

Un negro estrado de madera

Reluce con sangre de moras.

Con poca paciencia me espera,

Llorando sus lágrimas rojas.

 

Dos alas de negro carbón

Me suben, sus plumas ardientes.

Bajo su oscuro capuchón

La muerte me enseña los dientes.

 

Tras una punzante tortura

En esta cruz de contención,

Una estaca de plata oscura

Sale de detrás del telón.

 

Escondidos entre la gente

Observando y disfrazados,

Mis hermanos son como un puente

Que me llevará al otro lado.

 

El destello de plata cae

Y mi savia hacia el cielo salta.

Inerte mi mano se abre

Y deja escapar a mï alma.

 

He estado en el paraíso

Y por eso muero tranquilo,

Porque aunque haya caído,

Entre ángeles he vivido.

 

Mis versos se van acortando

Imitando a mi corazón.

Cada vez bate mas blando,

Llorando a pleno pulmón.

 

Alguien me está llamando

Con suspiros forzosos.

Alguien me llama,

Llama entre sollozos.

 

Una voz dulce

Desde el cielo me dice:

“…Aguanta,

Hijo mío...”

 

Pero siento

Que

No

Puedo.

 

No hay cabida en el camino para aquellos quejumbrosos.

Solo aquellos dignos de apreciar lo que tienen,

Podrán volver victoriosos.

 

  • Autor: Daniel Mercader (Offline Offline)
  • Publicado: 23 de julio de 2009 a las 18:50
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 389
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Comentarios3

  • Daniel Mercader

    Aunque en este poema la palabra que mas se repite es "muerte" lo hice pensando en lo bonito que es el vivir

  • El de las Rosas

    No hay cabida en el camino para aquellos quejumbrosos. Solo aquellos dignos de apreciar lo que tienen, Podrán volver victoriosos.

    DECIAN EN UN CURSO DE SUPERACION PERSONAL. Dichosos los que sueñan sueños, y tienen la oportunidad de ver sus sueños convertise en realidad.
    el ritmo que le das a tu trabajo lo hace ameno y no cansa a paesar de lo extenso a cada lectura se hace mas interesante.. muy bueno te felicita

  • Daniel Mercader

    gracias 😉



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