Por qué los escritores prefieren a los gatos

Por qué los escritores prefieren a los gatosHace un tiempo leí un interesante artículo de Susan Pfferr en torno a la relación de los gatos y los escritores que les recomiendo muchísimo.

A raíz de esa lectura se me ha ocurrido leer y pensar más sobre el tema.  Siempre me ha fascinado especialmente la paciencia de estos animalitos de compartir su vida con individuos tan aburridos como los escritores: porque convengamos que, vistos desde fuera, debemos ser realmente ¡aburridísimos!

Imagínense a una persona que desde que se levanta hasta que se acuesta se pasa el día sentado en una silla frente a una máquina de escribir o un ordenador, rodeado de papeles: un individuo embotado por las letras que no repara en nada más allá de su trabajo. Sinceramente, admiro a todos aquellos seres osados que se atreven a convivir con nosotros. Lo curioso (o no tanto) es que en la mayoría de los casos esos compañeros son animales no humanos, sobre todo, gatos. ¿Qué es lo que resulta tan atractivo para una y otra especie para desear una vida juntos? Sobre este tema versa el artículo de hoy.

Una relación que te cambia

Lula tiene la curiosa costumbre de acostarse en el hueco de mi escritorio. Sí, me dirán qué tiene esto de curioso: verán. Ella viene de una historia de maltratos terribles y, pese a que ya lleva conviviendo conmigo más de cuatro años, todavía conserva algunos vestigios de esa vida; por ejemplo, no le gusta que la toques de improviso, salvo que sea para hacerle una caricia. Así que yo tengo que quedarme con los pies inmóviles (¿qué no hacemos por tener cerca a los seres amados?) para que ella no salga despavorida, para que acompañe con su respiración acompasada al tecleo de mi ordenador.

Lula no es un gato pero a veces lo parece: es independiente, cariñosa a veces y tiene una elegancia al andar más propia del mundo de los felinos. Me gusta pensar que alguno de sus antepasados fue Teodoro, el inseparable amigo de Cortázar.

Por qué los escritores prefieren a los gatos

Hace ya bastante publiqué un artículo sobre los escritores y sus animales de compañía; quienes me conocen saben que no sólo respeto a los animales sino que los considero indispensables para el equilibrio de mi vida: convivo, de hecho, con tres perras mestizas.

Convivir con un animal de otra especie es un hecho que te transforma. En el caso de los escritores, la cercanía con los gatos y otros animales, les permite desarrollar aquellas capacidades sociales que a veces tienden a fagocitarse con la rutina solitaria de la escritura.

Los escritores necesitamos socializar tanto como tener nuestros espacio; necesitamos saber que contamos con alguien, que podemos confiar en alguien, pero dedicando nuestra vida a la escritura, muchas veces  nos resulta difícil encontrar a otro ser humano dispuesto a ser esa compañía silenciosa. Entonces aparecen perros y gatos, capaces de quedarse durante horas a nuestro lado, pidiendo solo nuestra presencia. ¿Cómo no amarlos y entablar un lazo tan estrecho con ellos?

Por qué los escritores prefieren a los gatos

Ellos parecen comprender a la perfección nuestra necesidad de silencio y soledad, quizás porque a ellos les ocurre lo mismo. Y quizás por eso nos dan la oportunidad de ser solitarios sin estar del todo solos, de vivir nuestra escritura para nosotros mismos pero sin sentir que nuestra función social se esfuma, porque aprender a querer y relacionarse en silencio también es un reto interesante.

Adoptar a un perro o un gato no es una decisión que pueda provenir de un capricho, sino de la necesidad de amar y ser amados de forma desinteresada; y en el fondo sabemos que sólo ellos (los animales de otras especies) son capaces de hacerlo con tal entereza. En el fondo, probablemente queremos aprender de ellos y por eso buscamos mimetizarnos. Vivir con un animal de otra especie te enseña más de ti misma que las eternas charlas con la almohada. Aprendes de tus respuestas, de tus miedos y también de tus silencios.

Por qué los escritores prefieren a los gatos

Beneficios de la relación con animales no humanos

Según una investigación de la Fundación Affinity las personas que viven con perros o gatos manifiestan una calidad de vida superior al resto: esta relación es tan sustanciosa que ayuda a bajar los niveles de estrés, la tensión arterial y la frecuencia cardíaca.

En ese estudio se puso en evidencia que los animales de compañía nos empujan a tener una mayor actividad física, nos acompañan cuando estamos solos, nos animan cuando estamos tristes y nos exigen una atención que nos obliga a optimizar nuestra capacidad de mirar nuestro entorno. Además, nos ayudan a mejorar nuestra comunicación y contribuyen con un aumento de las expresiones faciales positivas. Y eso no es todo. Los humanos tenemos la necesidad de tocar y ser tocados y la satisfacción de esa necesidad al convivir con animales nos ayuda a disminuir la presión arterial.

Por otro lado, las personas mayores reciben también beneficios asombrosos al convivir con animales de compañía (respecto a esto les recomiendo este estremecedor artículo de Marta Navarro). La sensación de sentirse animados y necesitados de estos animales, produce en ellos deseos de aferrarse a la vida, les estimula la memoria y la concentración.

Por qué los escritores prefieren a los gatos

Estas son las razones egoístas que podrían llevarnos a tomar la decisión de adoptar; no obstante debemos conocer la responsabilidad que esta decisión supone y lo mucho que puede cambiar nuestra vida en múltiples aspectos si deseamos compartirla con animales. Me pregunto ¿Será por estas cuestiones que los escritores prefieren los gatos a la compañía de los humanos? No lo creo, sabido es por todos que no son los escritores una prueba de integridad física y de conducta saludable.

Esa pasión de los escritores por la convivencia con animales de compañía en general y en particular con gatos (o perros con hábitos gatunos) posiblemente tenga que ver con el respeto: ellos mejor que nadie entienden nuestra necesidad de aislarnos y también mejor que nadie son capaces de hacernos compañía en la soledad; de estar juntos siempre, aunque no estemos conversando, aunque cada uno esté viajando por un mundo diferente.

Cuando Lula se cobija en el hueco de mi escritorio siento que la soledad de la escritura compartida con ella cobra una magnitud especial. Sin ella ese hueco estaría frío y posiblemente también lo estaría mi escritura. Al pensar en esto sólo me cabe preguntarme ¿qué habría sido de la escritura de Cortázar, Hemingway, Duras y Némirovsky sin estos peludos compañeros?

Por qué los escritores prefieren a los gatos

Fotos: IES Europa Departamento de Lengua y Literatura.

Comentarios1

  • Rapsodico

    Soy de los que prefieren los perros. Por alguna extraña y malévola razón padezco alergia a los pobres gatos. De lo que no tengo ninguna duda es de los efectos beneficiosos que producen la compañía de ambos animales son extraordinarios.
    Como bien dices, pocas personas soportarían el "aburrimiento" que conlleva la vida de escritor 😉
    Un abrazo, Tes.



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