La poesía de Raúl Araoz Anzoátegui

El mes pasado falleció uno de los pocos poetas argentinos que aún vivía de la generación del 240, Raúl Araoz Anzoátegui. Tenía 88 años y significó uno de los referentes imprescindibles de su tiempo.

Generación del ´40

Raúl Araoz Anzoátegui es uno de los mayores poetas de la generación del ´40 que ha dado Argentina. Cultivó el género narrativo y la poesía y también trabajó en movimientos culturales cuyo fin fuera el mejorar la calidad de vida de los habitantes de su tierra. Fue partícipe de «La carpa», movimiento que él mismo describiera como «uno de los que se particularizó por su extraordinaria cohesión y envergadura», en el cual también se encontraban María Adela Agudo, Julio Ardiles Gray, Manuel J. Castilla, María Elvira Juárez, Raúl Galán, José Fernández Molina, Nicandro Pereyra y Sara San Martín.

El nacionalismo según Anzoátegui

Una de sus principales obras fue «Tierras altas», un poemario con el cual consiguió el Primer Premio Regional de Poesía, en 1964.

Una de las características de la obra de Anzoátegui es el provincianismo, la lucha por conseguir una mejor vida para las personas del interior. En toda su obra puede encontrarse un fuerte compromiso con la tierra y una expresividad sumamente cercana a la de la gente del campo, esto hizo que fuera un autor leído en muchas regiones.

Su claridad y su interés por la cultura lo convirtieron no sólo en un poeta de prestigio, sino en un referente claro para establecer la definición de la cultura local.

Anzoátegui tiene un estilo clásico, cercano a Miguel Hernandez pero respetando el tiempo en el que escribe, sin recurrir a chauvinismo defensivos consiguió postular una actitud crítica, criticando ciertas cosas como la «quietud provinciana» a la hora de desear crecer como individuos y como sociedad.

Se diferencia de autores como Lugones o Hernandez por su insistencia al hablar de los excesos del criollismo y el nacionalismo, considerando que desmadran las producciones artísticas locales. En varios ocasiones aseguró que el patrimonio local era tan sólo un cúmulo de tradiciones caducas, sustentadas con fervor meditarráneo, y aclaraba que posturas de este tipo no colaboraban con el normal funcionamiento de las transformaciones, necesarias para que la historia siga su curso y los pueblos crezcan y se alimenten del presente de otras culturas, diversificándose.

Para Anzoátegui el verdadero valor de una cultura se encuentra en sus contradicciones, en esa capacidad de reinventarse, de corregirse y de dejar atrás aquello que no pueda ayudarla a volverse más completa. Para él la poesía era el mayor tesoro que Argentina había recibido de España al ser colonizada y perderse en chauvinismo impedía apreciar esto, tomando lo bueno e impidiendo que los fundamentalismos estropearan relaciones que pudieran ser satisfactorias para el crecimiento de la cultura nacional.

Movimiento literario

La carpa fue un movimiento que marcó significativamente la obra de Anzoátegui y del resto de sus contemporáneos, era un movimiento literario que se caracterizaba por proponer la identidad colectiva antes de la individual, generando un arte que fuera reinvindicativo de las raíces y los compromisos sociales y que buscara siempre una concepción del arte tendido hacia lo social, que escucha las voces del pueblo y mira reflexivamente hacia dentro de su formación histórica.

«Para ello es necesario construir un lenguaje nuevo, «dislocar la preceptiva literaria» adecuando a la propia voz las innovaciones de la vanguardia para hacerla flexible, y penetrar así «de raíz hasta el corazón de la entraña nativa».

 

Es importante destacar que muchos poemas de autoría de Anzoátegui han sido musicalizados y se han vuelto sumamente populares. Dejo un enlace de uno de ellos, entonado con la armoniosa voz de Hernán Figueroa Reyes.