I Miniserie «Trágicos necesarios». Introducción

Comenzamos una miniserie que hemos llamado «Trágicos necesarios», en la que hablaremos sobre el legado de las Tragedias Griegas y analizaremos los rasgos fundamentales de las obras de Sófocles, Esquilo y Eurípides.

Las tragedias griegas son una forma de arte teatral que se desarrolló en la antigua Grecia y ha dejado un impacto perdurable en la cultura occidental. Aunque se cree que existieron muchos autores que cultivaron el género, los tres que han perdurado son Esquilo, Sófocles y Eurípides. En sus trabajos presentan reflexiones sobre temas universales, personajes complejos y una profundidad emocional que ha cautivado a lectores de todas las épocas. A continuación te presentamos la primera parte de cuatro artículos en los que profundizaremos en torno a los aspectos más significativos de las tragedias griegas de estos tres autores y su influencia en la literatura. En el artículo de hoy haremos una introducción lo más detallada posible para ayudarte a interiorizar la importancia que estos trágicos han tenido en la historia de la literatura.

La soberbia y el héroe trágico

Para entender el origen y desarrollo de las tragedias griegas es importante hablar de un concepto del que se desprenden: hybris (soberbia). Las historias que encontramos en estos textos plantean conflictos humanos universales que surgen de la hybris. Este concepto, que representa la arrogancia desmesurada o el orgullo excesivo de los personajes principales, ha obsesionado a muchísimos autores desde los orígenes de la literatura, probablemente porque permite describir la naturaleza humana en su sentido más hondo. Los personajes de las tragedias a menudo desafían a los dioses o transgreden las normas morales, lo que finalmente los conduce a una caída trágica, de la que no consiguen levantarse.

Para comprender a fondo cada género literario debemos ahondar en los pilares que sostienen la estructura. En el caso de las tragedias griegas el coro es el andamio que permite que toda la historia se hile. Se encuentra formado por un grupo de actores que narran, comentan y reflexionan sobre los eventos que van apareciendo en la obra. Además, el coro proporciona información adicional, en torno a hechos que han ocurrido en el pasado o situaciones externas a la escena. Son un eslabón que conecta a los actores principales con el público, consiguiendo que empaticemos con los protagonistas, a la vez que permea las sensaciones y emociones del pueblo, es una voz colectiva que puede representar tanto a la sociedad como a los dioses.

El protagonista trágico, también denominado héroe trágico, es otro elemento vertebral de estas historias. Se trata de un personaje central, generalmente de alta posición social y que posee cualidades admirables, a quien le ha sucedido una desgracia que pone en peligro toda su estabilidad. La falla trágica, el acontecimiento desesperante que este protagonista enfrenta, es el punto de inflexión en su historia y el hecho que marca el origen de la historia que se nos narra. Generalmente esta desgracia que afecta al protagonista llega por una actitud de debilidad (ambición desmedida, pasión incontrolable o pérdida del control en algún sentido) que lo lleva a actuar de una forma inconveniente para él. La caída y el sufrimiento del protagonista son consecuencia inevitable de esa actitud, visibilizando la propia naturaleza del personaje.

El destino inevitable y la catarsis del pueblo

En las tragedias la inevitabilidad del destino es otro de los hilos conductores. Es un tema recurrente que se expresa como una condición casi de la vida: los eventos trágicos no pueden evitarse, incluso si existe arrepentimiento por parte de los protagonistas. Los personajes luchan por evitar su destino, pero en última instancia son impotentes frente a las fuerzas más grandes que rigen sus vidas. Esta noción de destino trágico crea un sentido de fatalismo y contribuye a la tensión y el drama en las obras. Y es, quizá, uno de los elementos que más fuerza imprime sobre las historias, y lo que hace que desde hace varios siglos caigamos prendados ante estas narraciones.

Otro elemento que rige en las tragedias griegas es el conflicto entre la ley divina y la ley humana. Estas historias a menudo exploran el conflicto entre las leyes morales y las éticas. La mayoría de los personajes, al verse en medio del conflicto deben tomar una decisión difícil que los lleva a desafiar las leyes humanas o los decretos de los dioses. Actúan movidos por esa pulsión que imponen las situaciones críticas, pero estas decisiones traen para ellos consecuencias trágicas. Al final los obliga a plantearse preguntas en torno a sus actos, inquietudes vinculadas a la moralidad y la responsabilidad humana.

Las tragedias griegas tienen un objetivo de catarsis emocional. Los autores buscaban presentar historias que le sirvieran a la gente para profundizar en aspectos morales y emocionales de su propia vida, íntima y social. Por eso, una de las características de estos textos es su capacidad para generar empatía y ver figuradas en las historias emociones y experiencias que se han experimentado en carne propia. A través de la representación de la tragedia y el sufrimiento humano, las obras permiten al público experimentar una purga emocional y una reflexión profunda sobre los dilemas éticos y existenciales.

Las tragedias griegas siguen siendo un legado importante en el mundo del teatro y la literatura. Son, sin lugar a dudas, uno de los géneros clásicos más fascinantes que existen, que continúan enseñándonos cómo vivir y nos ayudan a pensarnos. En el capítulo próximo de esta miniserie de «Trágicos necesarios» analizaremos los aspectos fundamentales de la obra de Sófocles, uno de los autores griegos más prolíficos y maravillosos. ¡No te lo pierdas!



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