Por qué amamos a Aurore Dupin (George Sand)

Te damos buenas razones para amar a Aurore Dupin.

Entre las mujeres que han sabido ganarse el respeto del mundo de una forma auténtica se encuentra George Sand. En realidad su nombre es Aurore Dupin, pero descubrió que si firmaba con un seudónimo podía conseguir el prestigio que para cualquier mujer estaba prohibido. Es admirable cómo esta escritora supo abrirse camino en una sociedad tan machista y censuradora gracias a su talento y su astucia. Hoy, que se cumplen el ducentésimo décimo sexto aniversario de su nacimiento, quiero rendirle un pequeño homenaje a esta fabulosa autora.
 
 

Como ser uno de ellos

Llegué a Aurore Dupin a partir de George Sand, y no fue a través de sus libros, sino de un comentario que me hizo un amigo acerca de su indumentaria, de su rebeldía. ¡Me fascinó! Y quise saber más de ella. Resulta incluso llamativo en nuestros días que una mujer se oponga con tanto vilo al mundo de los hombres. ¡Cómo no admirarla sabiendo que en aquella Francia aquellas que desearan utilizar ropa masculina debían presentar un certificado en el que se detallaran las razones por las cuales se veían impedidas de vestirse con la ropa femenina. Aurore vestía como un chico pero no llevaba ese certificado.

Aurore Dupin nació el 1 de julio de 1804 en París y se crió en un ambiente oligárquico donde la cultura y el arte formaban parte del propio aire que se respiraba. Desde adolescente entendió de forma audaz que si quería ganarse en un lugar en el sistema debía hacer algo distinto que simplemente escribir. ¿Quién la publicaría siendo mujer? Vestirse de hombre fue una buena salida, y acompañar este gesto con un nuevo nombre, George Sand, con el que firmó todo lo que escribió.

¿Cómo ser una dandy a lo Byron? ¿Cómo conseguir ubicarse en ese lugar de sensualidad y prestigio sin rendirse a los pies de un hombre? Evidentemente Dupin lo entendió. Todavía me pregunto cómo hizo. En este mundo que a simple vista es tanto más avanzado que el suyo, todavía cuesta entender en qué lugar hay que pararse para conseguir el respeto desde la ingenuidad, desde la sinceridad, fuera de toda marca social o de todo trato subterfugio. A veces me gustaría tener la fuerza de Aurore para plantarme delante de este mundo y señalar con el dedo a aquellos que alguna vez me hayan hecho sentir que para ser alguien tenía que perderme.

Cómo no amar tu rebelión

No importa cómo lleguemos a Aurore Dupin, lo importante es que nos quedemos, lo importante es que la leamos; porque en su obra encontramos buenísimas razones para sentirnos vivos, buenísimas razones para creer en otra realidad.

Generalmente aquellas autoras que se decantaron por el uso de seudónimo o por un comportamiento masculino eran de sexualidad no binaria: lesbianas, transexuales, bisexuales. En el caso de Dupin asombra descubrir que su sexualidad no fue lo que la llevó a vestirse y comportarse así, sino el deseo de demostrar que solamente ocupando el lugar de «el varón» podía alcanzar que sus derechos fueran respetados y experimentar la libertad que ellos tenían. Todo un gesto de rebeldía que se encuentra emparentado con el origen del feminismo. Poco importa su sexualidad, porque lo que amó Sand fue la libertad por sobre todas las cosas, la liberación de la mujer, la posibilidad equitativa. ¿Cómo no vamos a amarla con esta pulsión vital?

Aurore Dupin a través de George Sand fue una mujer que eligió su destino, vivió desprendida de las normas de un mundo esclavizante para la mujer y construyó una obra con un poe en el romanticismo francés (en ese segundo romanticismo que tantas obras fascinantes nos ha dejado) y el realismo. Sin duda, su voz persiste porque sus mensajes siguen vivos, como sigue viva esa imagen de una dama parisina vestida con levita y fumando un puro, en una pose varonil, mirando fíjamente la cámara. ¡Que viva Aurore Dupin, que viva George Sand, y que vivamos todas en ellas!



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