Juan Cruz Ruiz: «La curiosidad del niño impide el cansancio de los mayores»

Entrevista a Juan Cruz RuizJuan Cruz Ruiz es un periodista que ha estado cara a cara con los nombres más relevantes de la literatura del último siglo. Julio Cortázar, María Zambrano, Juan Carlos Onetti, Juan Rulfo, todos han habitado en el surco de su pluma. Con su mediana estatura, parece observar el mundo desde la huella de un niño que nunca ha crecido; sonríe constantemente y mueve las manos como deseando abrazar el aire que se le escapa. Hoy, este hombre que se ha pasado la vida preguntando, está con nosotros para hablarnos sobre su último libro «El niño descalzo».



P—Como entrevistador has dicho que tu sello posiblemente sea el de querer saber cómo son las personas. ¿Y cuando te entrevistan: cuál es tu principal expectativa? ¿Con cuál de los dos roles te sientes más cómodo?

R—El entrevistador es un escuchante neutro cuya pasión ha de sobresalir en la mirada, en la atención que pone, no en el gesto. No somos amigos, ni enemigos, del entrevistado; somos quienes reaccionamos ante sus confidencias o reflexiones, como si fuéramos el enviado especial del lector o del oyente. Me siento cómodo como entrevistador en cuanto se inicia la entrevista. Ese es el acuerdo: entrevistar, y los dos, entrevistado y entrevistador, están ahí para cumplir ese acuerdo. Lo de antes es pequeña conversación: no veo la hora de que empiece la entrevista propiamente dicha.



P—Comencemos desde el principio. Dice Pavese: “Prueba inequívoca de amor es contarle la infancia a alguien”. ¿No crees que ha sido una verdadera muestra de amor hacia Oliver el haberle contado de una forma tan poética y detallada tu vida, que también es su vida? ¿Qué te motivó a hacerlo y de qué forma fue cobrando vida este libro?

R—Lo hice para agradecerle que hubiera venido. Los niños son noticias del porvenir. Su llegada prolongó la alegría de la casa, de sus padres y de sus abuelos, y en ese sentido fue un abrazo del porvenir al pasado. Me hizo más chico, y a la vez me hizo más grande, no sólo en edad sino también en curiosidad. La curiosidad del niño impide el cansancio de los mayores.



P—En la lista de autores que forman parte de este libro hay profundos títulos. ¿Podríamos decir que eres un lector asiduo a obras que invitan a escarbar en las propias emociones? ¿Qué tiene que tener un libro para cautivarte?

R—Debe tener emoción, sensación de verdad, y debe decir cosas que me importan. Un libro sin pasión, y sin literatura, no tiene sentido para mí. Por eso me gustan escritores como Pavese o Camus, por ejemplo, porque en cada una de sus palabras hay la consecuencia de una vida que pudo haber sido también la mía, o la de tanta gente.

Entrevista a Juan Cruz Ruiz



P—¿Cómo fue conocer a Julio Cortázar después de haberte fascinado con su escritura? ¿A qué autor lamentas no haber conocido o entrevistado? Y de paso, te pregunto: ¿qué libro te habría gustado escribir?

R—Me habría gustado escribir algunas líneas de muchos libros, de Cabrera Infante a Oscar Wilde, desde Camus a Cortázar, desde Sartre a Samuel Beckett. Escribir es estar leyendo a otros. Cortázar me fascinó desde Rayuela, y me sigue fascinando. Encontrarlo por casualidad en Ámsterdam fue un acontecimiento de mi vida: entonces yo lo sentía como un mito inalcanzable. La vida luego me dio la oportunidad de conocer a muchos grandes; y ya sabes que la vida luego va achicando los mitos, lo cual es una desgracia, a mi parecer.



P—Has entrevistado a Rulfo siendo jovencísimo; y pese a tu corta edad ya tenías claro que la infancia te había marcado muchísimo. En “El niño descalzo” dejas en evidencia algo que Juan te dijo aquella tarde: “La infancia es lo que más influye en el hombre”. ¿Qué queda en ti de aquel niño con asma que miraba el mundo con ojos curiosos, ansiando estar afuera?

R—Queda todo lo que fui. Ahora he visitado mi barrio, mi casa, y les expliqué ese entorno a unos amigos. Salí de esa experiencia como si no me hubiera ido nunca de mi casa y de mi entorno, porque yo no sería nada de lo poco que puedo ser si no hubiera sido por aquellas huertas, por aquellas paredes, sin aquel patio, sin el recuerdo de la escritura a la que eso me llevó.



P—Hubo una frase de Michael Krüger que te impactó y que comenzaste a utilizar en tus entrevistas. “A veces la infancia me manda una postal” ¿Qué imagen te envía a ti?

R—La de un niño que despierta a la vida en un patio, mientras le tiran baldes de agua para que se recupere de un ataque de asma.



P—¿Qué aroma de tu tierra desearías meter en un frasquito para llevarla siempre contigo?

R—La que produce la tierra seca después de la lluvia, mientras el sol la seca.



P—¿Vuelves a las palabras de la infancia? ¿Qué palabras de entonces amas y procuras decir a diario para no olvidarlas?

R—Todas las que decía mi madre; yo me pasé toda la vida preguntando; ella se pasó hablando toda la vida. Y yo memorizo mucho de lo que dijo. Dijo algo que escuchó en su propia infancia: el grito de Ferrer i Guardia, educador anarquista, ante un pelotón de fusilamiento: “No tengo miedo a la muerte. Vivan las escuelas laicas, vivan los niños”.

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P—Entrevistaste a Rowling y has dicho varias veces que aquélla es una de tus entrevistas favoritas. “Todo lo que hacemos en la vida es un intento de negar la muerte”, te dijo ella. ¿Fue escribir “El niño descalzo” una forma de huir de ella? ¿Le temes a la muerte?

R—Absolutamente. La muerte es una ley injusta de la vida, una venganza; empieza por serlo el dolor, que ataca a las personas, las disminuye y las arroja como un viento helado a la desesperación y la desesperanza. Por fortuna, esas personas también se rebela y ese esfuerzo por sobrevivir es la honrosa respuesta del hombre a esas injusticias naturales. Y no, no huyo de la muerte escribiendo: huyo del tiempo, que es un sinónimo.



P—¿Cuándo crees que Oliver podrá leer este libro? ¿Ansías que llegue ese momento?

R—Ni idea tengo de si lo va a leer. Cuando quiera; lo escribí para él, pero también para quienes quieran leerlo para hacerse una idea de la relación del abuelo con la vida que viene.



P—Existen muchos vaticinadores de la muerte del periodismo; en tu libro también miras el trabajo periodístico con bastante decepción; ¿qué le falta al periodismo actual para servir de verdad a la sociedad?

R—Al periodismo actual le falta desacelerar su pertenencia inicua a las redes sociales. Mientras el periodismo se parezca a las redes sociales estará alquilado al demonio.



P“Si la literatura y la vida fueran lo mismo, una estaría de más”, dice Cristina Peri Rossi ¿Cómo consigues que tu literatura siempre hable de la vida, de tu biografía y a la vez se convierta en algo universal?

R—Porque la vida es la única materia de mis sueños.



P—De todos los trabajos realizados (como redactor, entrevistador, presentador, editor, director…) ¿con cuál te has sentido más satisfecho?

R—Respondiéndote a ti. Sigue siendo tan dulce y serás muy fuerte.

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Foto Principal: Periódico El Día



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