El 8 de febrero de 2010, el deceso sorpresivo de Esther Seligson cubrió a las letras mexicanas de luto. Según se indicó por ese entonces, fue un infarto el problema que le puso fin a la existencia de esta talentosa mujer nacida en la Ciudad de México el 25 de octubre de 1941 que, al momento de su muerte, aún tenÃa mucho que ofrecer en materia literaria.
Seligson, quien pertenecÃa a una familia judÃa, habÃa estudiado QuÃmica en la Facultad de QuÃmica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) pero, tiempo después, sintió deseos de cambiar el rumbo de su profesión ya que habÃa comenzado a interesarse por la historia y la cultura.
Impulsada por sus flamantes inquietudes, pues, Esther se instruyó en Letras españolas y Francesas, asà como también asistió en ParÃs al Centre Universitaire d»™Ãˆtudes Juives y en Jerusalén al Mahon Pardes para especializarse en Cultura JudÃa.
Una vez que adquirió un buen nivel de conocimientos, esta mexicana que solÃa afirmar que «la literatura es de todos, menos de los ignorantes» se animó a transmitir sus saberes en distintos ámbitos. Prueba de ello es que, además de elaborar numerosos textos y realizar traducciones, Seligson brindó clases de Historia del Teatro en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM y dio cursos de pensamiento judÃo, arte escénico y montaje teatral en diversas instituciones.
«Tras la ventana un árbol», «Otros son los sueños», «La morada del tiempo», «La fugacidad como método de escritura» y «Toda la luz» son algunos de los tÃtulos que forman parte de la producción literaria de esta autora que, tras vivir algunos años en Lisboa y Jerusalén, resolvió regresar a su tierra natal.
A lo largo de su trayectoria, quien fuera becaria del Centro Mexicano de Escritores vio recompensada su labor a través de distinciones como el Premio Xavier Villaurrutia y el Premio Magda Donato.
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