Mitades

Ana María Rodríguez

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Parémonos. Paremos un instante
y oigamos el silencio de la sirena.
Aquí han caído muchos caminantes.
Es un lugar sagrado y nos envuelve
el clamor de tanta muerte antigua.
Renovemos el pacto con la música,
la alianza universal con la Creadora
unívoca en sí misma,
principio y fin de la materia pura.
La sirena callada es el aviso
que ha de romper los goznes.
Detengámonos,
al fin y al cabo nada nos empuja.
Como ella, mitades de mujer,
habitamos un mundo que no es nuestro.

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