Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!, 
menos bien las estudias que las vendes; 
lo que te compran solamente entiendes; 
más que Jasón te agrada el Vellocino. 
El humano derecho y el divino, 
cuando los interpretas, los ofendes, 
y al compás que la encoges o la extiendes, 
tu mano para el fallo se previno. 
No sabes escuchar ruegos baratos, 
y sólo quien te da te quita dudas; 
no te gobiernan textos, sino tratos. 
Pues que de intento y de interés no mudas, 
o lávate las manos con Pilatos, 
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.
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