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Medardo Ángel Silva
Poema de la carne
¡Carne del asesino, maldita podredumbre
que pende de las horcas en fĂşnebres racimos
y muestra a las pupilas de ávida muchedumbre
la malévola herencia que todos recibimos!...
Oh carne de los mártires (Gloria in excelsis Deo)
que de nuestro Rey Cristo son divinas cosechas;
Oh, labios siempre abiertos al consuelo de un Creo
¡divina vestidura traspasada de flechas!...
-Oh, carne de las vĂrgenes que la inocencia armiña,
nieve, azucena, estrella, lirio polar campiña
donde no puso amor la llama de su planta!
Hostia, carne de Dios para la cena mĂstica,
y que, por el milagro de la gracia eucarĂstica,
a nuestra carne inmunda une su carne santa!