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Margarita Carrera



Como alguien desesperadamente solo



Como alguien
desesperadamente solo
sentado en el banco
de una plaza.

Como quien se ha detenido
en su indivisible susto
perseguido de ángeles
y demonios.

Así
el poeta
llora
y habla con Dios
como un maniático
y le cuenta
de la sangre
y del alba.

Habla con los sordos
en su lenguaje mudo
y con las ratas miserables
de la ciudad ensangrentada.