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Manuel Benítez Carrasco
Soleá del amor desprendÃo
Mira si soy desprendÃo
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al rÃo.
Y tú bien sabes por qué
tiré tu cariño al rÃo:
porque era hebilla de esparto
de un cinturón de cuchillos;
porque era anillo de barro
mal tasao y mal vendÃo,
y porque era flor sin alma
de un abril en compromiso,
que puso, en zarzas y espinas,
un fingimiento de lirios.
Tiré tu cariño al rÃo,
porque era una planta amarga
dentro de mi huerto lÃrico.
Tiré tu cariño al agua,
porque era una mancha negra
sobre mi fachada blanca.
Tiré tu cariño al rÃo
porque era mala cizaña
quitando savia a mi trigo;
y tiré todo tu amor,
porque era muerte en mi carne
y era agonÃa en mi voz.
Tú fuiste flor de verano,
sol de un beso, luz de un dÃa;
yo te cuidaba en mi mano,
y en mi mano te acunaba,
y tu, por pagarme, herÃas
la mano que te cuidaba.
Pero al hacerlo, olvidabas
(tal vez por ingenuidad),
que te di mis sentimientos
no por tus merecimientos
sino por mi voluntad.
Yo no puse en compraventa
mi corazón encendÃo;
y has de tener muy en cuenta
que mi cariño no fue
ni comprao ni vendÃo,
sino que lo regalé.
Porque yo soy desprendÃo;
por eso te dà mi rosa
sin habérmela pedÃo.
Porque yo soy desprendÃo
y doy las cosas sin ver
si se las han merecÃo.
Por eso te di mi vela,
te di el vino de mi jarro,
las llaves de mi cancela
y el látigo de mi carro.
Ya ves si soy desprendÃo
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al rÃo.