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Gustavo Adolfo Bécquer
Rima XLII
Cuando me lo contaron sentà el frÃo
de una hoja de acero en las entrañas;
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdà de dónde estaba.
Cayó sobre mi espÃritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma.
¡Y entonces comprendà por qué se llora,
y entonces comprendà por qué se mata!
Pasó la nube de dolor.... Con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo...
Me hacÃa un gran favor... Le di las gracias.