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Gustavo Adolfo Bécquer
Rima LXXI
No dormÃa: vagaba en ese limbo
en que cambian de forma los objetos,
misteriosos espacios que separan
la vigilia del sueño.
Las ideas que en ronda silenciosa
daban vueltas en torno a mi cerebro,
poco a poco en su danza se movÃan
con un compás más lento.
De la luz que entra al alma por los ojos
los párpados velaban el reflejo;
mas otra luz el mundo de visiones
alumbraba por dentro.
En este punto resonó en mi oÃdo
un rumor semejante al que en el templo
vaga confuso al terminar los fieles
con un Amén sus rezos.
Y oà como una voz delgada y triste
que por mi nombre me llamó a lo lejos,
¡y sentà olor de cirios apagados,
de humedad y de incienso!
Entró la noche y del olvido en brazos
caà cual piedra en su profundo seno.
Dormà y al despertar exclamé: ?¡Alguno
que yo querÃa ha muerto!