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Juan Guzmán Cruchaga
Compañera
Tu voz, viajera de muchos siglos,
llegó apoyåndose en un sueño.
En ningĂșn paĂs la reconocĂan.
No cabĂa en ningĂșn recuerdo.
No sigas. QuĂ©date. Eres mĂa.
Lo sé desde el alba del tiempo.
Tus ojos perseguidos
todavĂa tiemblan de miedo.
Oscuras jaurĂas de angustia
los acosaban.
Cierra. Hay viento.
Descansa. Es la dicha tranquila.
El reposo. El silencio y el fuego.
Iban tus manos entre mis libros,
entre mis flores y mis versos
naturalmente, sin asombro.
Tampoco habĂa asombro en ellos.
Las rosas que ahora te miran
son nietas de las que te vieron.
Descansa. QuĂ©date. Eres mĂa.
Lo sé desde el alba del tiempo.