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José Miguel Ullán
Ardicia (V)
          Si la mano va y pierde la cabeza y, en un doble ademán de supresión, rompe la flecha y borra el blanco, ciérrase luego sobre el gran reloj, sangra y se ofrece al vilipendio abyecto, nada esperes que iguale esta pasión, TeorÃa.
          A todo lo demás diles que bueno.