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José Miguel Ullán



Ardicia (II)



          Llora, porque toda mirada entraña error.
           Mas los andrajos, horca, palio y cruz no morirán por este llanto. Mejor, fulgir a solas y rezar en balde. ¿Cómo el topo? Así; dueño de la penumbra y de su asfixia.
          Hablando por hablar. A ciegas. Ojo del corazón, quema el paisaje.