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José María Fonollosa
Destrucción de la mañana (del 1 al 3)
1
Y de pronto una voz, mirada, un gesto
tropieza con mi idea de mà mismo
y veo aparecer en el espejo
a un ser inesperado, insospechado,
que me mira con ojos que son mÃos.
Ese desconocido que soy yo.
Ese al que los demás se dirigÃan
al dirigirse a mÃ, sin yo saberlo.
Ese irreconocible ser inmóvil
que inspecciona mis rasgos hoscamente.
En vano apremio al otro, el verdadero,
a aquel que unos segundos antes yo era.
Sólo está frente a mÃ, con ceño adusto,
ese desconocido inesperado
que me mira con ojos que son mÃos.
2
Trato de dar con una explicación.
-«Será un fugaz defecto de mi vista.
O mi retina habrá atrapado al vuelo
una imagen disforme, ahora atascada».
Y llamo a mis hermanas y a mi hermano.
Mas me detengo al verlos silenciosos
con aire interrogante. De repente
no aparentan ser ellos los que busco.
¡No conozco estas caras familiares!
Ni esa expresión cansada, sondeadora,
que se enfrenta conmigo, como un muro
que se extraña que quieran traspasarlo.
¡No sé de esas facciones ya marchitas!
Las capto con asombro. No hay recelo
en sus ojos. Tal vez no se dan cuenta
del cambio que han sufrido. O forman parte
de una conspiración para encubrirlo.
3
Vuelvo a mi habitación desalentado.
Todo se muestra igual mas desconfÃo.
Quedo en la oscuridad sin atreverme
a volver a encarar al que detenta
el privativo espacio de mi cuerpo.
¡Ese con el que intentan suplantarme!
Yo no quiero ese cuerpo ni por sombra.
Exijo el cuerpo de antes, el que es mÃo,
el que consta conmigo en los retratos.
Este cuerpo no sirve. Cada dÃa
pondrá dificultades a mi mente.
Me atará con tenaces ligaduras
a su propio existir que desconozco.
Corroerá el pensamiento, mis deseos
y todo lo que soy lo echará a un lado
para hacerme su esclavo. Y ya jamás
seré quién soy, he sido, quién serÃa
si me dieran más tiempo con mi cuerpo.