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José Luis Cano
Desnudo
Lame, arena, su cuello, y ciñe frÃa
su adormecido seno en ti yacente,
que luego iré a besar esa serpiente
de tu lengua, que el viento desvarÃa.
Hiere mansa esa flor de la bahÃa
que asume su mejilla húmedamente,
y ciega esa callada boca ardiente
que no quiere besar la boca mÃa.
Roza luego su vientre, y la dorada
piel besa de su cálida cintura,
y allà en su centro queda enamorada.
Que ya te templará la calentura
otra flor de mi huerto bien rociada,
si tu lengua se quema en su espesura.