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Amado Nervo
Perlas negras - VIII
Al oír tu dulce acento 
me subyuga la emoción, 
y en un mudo arrobamiento 
se arrodilla el pensamiento 
y palpita el corazón... 
Al oír tu dulce acento. 
Canta, virgen, yo lo imploro; 
que tu voz angelical 
semeja el rumor sonoro 
de leve lluvia de oro 
sobre campo de cristal. 
Canta, virgen, yo lo imploro: 
es de alondra tu garganta, 
¡canta! 
¡Qué vagas melancolías 
hay en tu voz! Bien se ve 
que son amargos tus días. 
Huyeron las alegrías, 
tu corazón presa fue 
de vagas melancolías. 
¡Por piedad! ¡No cantes ya, 
que tu voz al alma hiere! 
Nuestro amor, ¿en dónde está? 
Ya se fue... todo se va... 
Ya murió... todo se muere... 
Por piedad, no cantes ya, 
que la pena me avasalla... 
¡Calla!