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Poemas en español
Noche de Hosanna
Un hombre y una mujer llegan a Belén de Judá...
Sus rostros lucen cansados, en sus ojos se puede ver
el esfuerzo realizado por llegar.
Son ellos MarÃa y José...
Han venido desde Nazaret cumpliendo en humildad
con un edicto que ha sido promulgado,
y firmado por Augusto César, el emperador romano.
El ha decidido los tributos aumentar,
y los judÃos viajan cansados -hasta su ciudad natal-
para ser empadronados.
MarÃa, que está embarazada, de momento es percatada
que el Hijo de sus entrañas está pidiendo nacer,
¡Y aún no tienen posada!
¡No hay lugar en el mesón!
Mas ella no siente temor -ella está confiada
en su Señor y su Dios.-
En ese Dios Onminpotente que le hizo sombra a su
vientre y en ella un Hijo engendró,
mediante su EspÃritu Santo y no por obra de varón;
ese Dios Todopoderoso en esta noche Suprema
también hará provisión.
Y prosiguen su camino en espera de ese albergue
que los ha de cobijar.
Sus pasos van silenciosos... sus mentes en oración,
suplicándole a su Dios que El haga fuerte lo endeble.
Y caminando sin rumbo... y cansados de caminar,
pero con fe y esperanza ardiendo en su corazón,
de pronto se han detenido ante un humilde pesebre...
¡Dios ha hecho provisión!
Y en aquel humilde pesebre, comedero de ganado,
oliente a naturaleza y pobremente alumbrado;
en aquella noche frÃa...
entre el ruido de animales y unos dolores de parto
que le causan agonÃa...
a las doce de la noche nace el Hijo de MarÃa.
Nace el Hijo de MarÃa que nueve meses atrás
fue anunciado por Gabriel...
¡Es su Hijo primogénito!
¡Es Hijo del Dios AltÃsimo!
¡El esperado MesÃas y Salvador de Israel!
Y MarÃa sonriente, olvidado ya el dolor,
lo toma entre tus brazos y lo arrulla tiernamente
con ternura y con amor...
Los ángeles del cielo han inundado el pesebre
de alabanzas y loor...
¡Es una noche de Hosanna, noche de Salvación!
Lo que el ángel Gabriel a MarÃa no le dijo,
es que perversos jinetes han salido tras su Hijo.
Cabalgan en pos de El, y no hay nada en este mundo
que los pueda detener.
Cabalga un GetsemanÃ, cabalga un Calvario,
cabalga una espada, un Judas y una Cruz;
y en su cabalgar constante,
en un futuro no distante alcanzarán a Jesús.
Pero esta noche de Hosanna, en esta noche de Paz,
el corazón de MarÃa no lo pueden perturbar
ni plañideras, ni endechas, ni jinetes que cabalgan,
ni espada o lamentación...
¡No! ¡Todo eso puede esperar!
En el humilde pesebre el tiempo se ha detenido
en un éxtasis profundo...
MarÃa contempla a su Niño embelesada de amor.
Ella lo envuelve en pañales, lo arrulla contra su pecho,
y sus brazos maternales lo protegen de la Cruz...
¡Es su Hijo primogénito!
¡Es Hijo de Dios AltÃsimo!
¡Es el Salvador del mundo!
Y su nombre, su nombre es Jesús...