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Guillermo Pil韆



Visitaci贸n a las islas



Aire de siglos inundaba las avenidas populosas,
los altos campanarios, los 谩rboles
inmortales de la infancia. Con el fresco de la hora
perfumaban los comercios, los puestos de fruta
y el preg贸n de los feriantes matutinos.
Bienaventurado
quien pod铆a gozar de aquella ma帽ana
con ojos transparentes.

No tardar铆an las fiestas: el alma se preparaba
como para un d铆a de campo,
de visitaci贸n a las Islas;
la iglesia adquir铆a un rumor de bienvenidas.
Bienaventurado cuando gozaste de aquella ma帽ana
con ojos transparentes, cuando recordaste
como un viejo cuento perdido en la memoria
la par谩bola del Pr贸digo