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Gonzalo Osses – Vilches
Bastó tan sólo un sÃ
Bastó tan sólo un sÃ
para vivir el ya y el después,
bastaron algunos suspiros
para crear un hoy.
Bastó tan sólo un sà en el momento justo
para que muriera el eres.
Bastó tan sólo un sà de tus labios
para que se olvidara el soy.
Bastó tan sólo un sÃ, un simple sÃ, un único sÃ,
para que naciera el somos.
Y desde ese sà mágico y tierno
comenzó a forjarse la promesa de tus besos.
Y desde el equipaje de nuestro sueño
nacimos a una tÃmida realidad.
Te presté mi hombro al sol
y por la noche entregué mi cuerpo a tu cuerpo.
Bastaron dos personas solas para parir un mundo
y me bastó tu imagen para edificar un universo.
Bastaban la espera y el sonido del teléfono anunciando tu llamada,
bastó tu voz inmaculada, bastó la ternura de tus palabras,
bastó tu sueño ceniciento, bastó mi espÃritu sediento.
Bastó la timidez de tu sonrisa,
bastó este poema, junto a tus caricias...
Bastó que existieras en mis segundos para amar el tiempo,
que existieran las horas y el silencio
para saber que asà –y sólo asÖ respiramos juntos.