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Françoise Roy
Flor de loto
                                                                            Ten la apariencia de una flor inocente;
                                                                      pero sé como la serpiente debajo de ella
                                                                                                         William Shakespeare
En ese lugar donde tú descubriste tu alma, me introducÃas la semilla donde a la mujer se le introduce la semilla, y ese lÃquido invisible nadaba cuerpo arriba hasta mi corazón, como un cometa, moviendo la cola, nadarÃa en el cinturón del universo al seguir el camino de piedras blandas que los astrónomos llaman “constelación”. SentÃa el calor de su itinerario: me quemó los riñones, el hÃgado, me hizo hervir la sangre.
Y de pronto, como si ese flujo de fuego escurridizo hubiera pisado sin querer un lugar mágico, entró a un espacio extracorporal donde los magos le prestaron otra forma con el pensamiento y le dieron un tallo, cépalo, cáliz, corola, estambres y pétalos.
No sé qué variedad de inflorescencia llevaba, si flor de cabezuela, espádice, racimo, espiga, cima unÃpara o bÃpara, umbela o corimbo. Pero me miré al espejo y ahà estaba: me habÃa florecido en el pecho, blanco, como un ángel arrodillado con varios pares de alas dulcemente plegadas en la espalda.