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Federico Hernández Aguilar
AlgarabÃa de mi sombra
Encontré el soneto sobre mi cama.
Un olvido, aparentemente.
Lo he leÃdo a algunos amigos
y me dicen que no lo publique,
que en realidad no esmÃo,
que no puede serlo,
que lo será algún dÃa...
Aseguran que me estoy plagiando.
'¿Admitirás que lo escribió ella?', me preguntan.
Ella. Ella. Ella. Ella. Ella.
El eco es atroz.
Pero el soneto es tan mÃo como siempre:
'AlgarabÃa cruel de los gemidos -dice el primer verso-,
mi sombra acude -(¿Ven cómo si soy yo?) -. Fuga de los años.
Recuento proverbial de mis engaños.
pereza de la tumba. Mis latidos. (Hablo de mÃ, ¡de mÃ!).
Hemisferio de rastros encendidos -reza el segundo cuarteto-.
Absurda beatitud. Molestia. Daños. (Es mi estilo, sin duda).
Paz en las huellas. VÃnculos extraños.
Gorriones sin hogar y enfurecidos.
(Ella no pudo escribir algo asÃ).
Maravilla. Pasión devoradora.
Karma de sal. Presencia de la vida. (Es mi sabidurÃa).
Ritmo. Restauración. Rencor. Aurora.
Rúbrica de la forma. Luz sin brida. (Un verso demasiado mÃo).
Esencia inaugural. Moral perdida.
¡Secuencia de una lógica inodora!'.
.......
Bien. Admito que algunas imágenes son suyas.
¡Pero la idea es mÃa!
Además,
ella piensa que escribir sonetos es una mariconada.