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Carlos Bousoño
JUAN DE LA CRUZ EN LA NOCHE OSCURA
Profunda es esta guerra y combate, porque la paz que espera
ha de ser muy profunda;
y el dolor muy delgado
porque el amor de su esperanza
delgado es, e Ãntimo.
Y como el alma ha de venir a posesión de dones,
conviene que primero
pobre y vacÃa de ellos sea.
Pobre, como garganta con sed de muchas aguas,
vacÃa, como el mundo.
Y como la tiniebla se aposenta en el ojo vacÃo
del alma vaciada
y en la substancia misma de la duda
terrible del que duda
tiniebla substancial parece y es.
Y como toda tiniebla y toda duda
hace a quien duda de tiniebla y duda,
éste se queda en la tiniebla,
en la tapiada oscuridad,
caÃdo en la trampa, sin salida,
cogido para siempre, temeroso, asustado,
giñapo agazapado en un rincón.
(Asà en el fondo del calabozo el prisionero
espera el alzado patÃbulo, la horca,
el irrisorio tormento,
o bien, en oscura mazmorra no espera
sino la definitiva soledad
quien ha asaltado el camino,
o violentado a la doncella, o acaso asesinado
a quien la defendió.)
Como con pies atados y amordazada boca
y mano encarcelada y ojo ciego,
violador, asesino, ladrón de camino real,
asà está Juan, sin nada o nadie
nunca,
purificado por amor
a nadie,
a nada,
nunca,
crucificado, muerto, tenebroso
y en la tiniebla.
AsÃ.