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Luis de Góngora




Vuela, pensamiento, y diles

Vuela, pensamiento, y diles
A los ojos que te envĂ­o
Que eres mĂ­o.

Celosa el alma te envĂ­a
Por diligente ministro,
Con poderes de registro
Y con malicias de espĂ­a;
Trata los aires de dĂ­a,
Pisa de noche las salas
Con tan invisibles alas
Cuanto con pasos sutiles.

Vuela, pensamiento, y diles
A los ojos que te envĂ­o
Que eres mĂ­o.

Tu vuelo con diligencia
Y silencio se concluya,
Antes que venzan la suya
Las condiciones de ausencia;
Que no hay fiar resistencia
De una fe de vidrio tal,
Tras de un muro de cristal,
Y batido de esmeriles.

Vuela, pensamiento, y diles
A los ojos que te envĂ­o
Que eres mĂ­o.

Mira que su casa escombros
De unos soldados fiambres,
Que perdonando a sus hambres
Amenazan a los hombres;
De los tales no te asombres,
Porque, aunque tuercen los tales
Mostachazos criminales,
Ciñen espadas civiles.

Vuela, pensamiento, y diles
A los ojos que te envĂ­o
Que eres mĂ­o.

Por tu honra y por la mĂ­a,
De esta gente la descartes,
Que le serán estos Martes
Más aciagos que el día;
Pues la lanza de ArgalĂ­a
Es ya cosa averiguada
Que pudo más por dorada
Que por fuerte la de Aquiles.

Vuela, pensamiento, y diles
A los ojos que te envĂ­o
Que eres mĂ­o.

Si a mĂşsicos entrar dejas,
Ciertos serán mis enojos,
Porque aseguran los ojos
Y saltean las orejas;
Cuando ellos ajenas quejas
Canten, ronda, pensamiento,
Y la voz, no el instrumento
Les quiten tus alguaciles.

Vuela, pensamiento, y diles
A los ojos que te envĂ­o
Que eres mĂ­o.