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Antonia Álvarez Álvarez
Sólo allÃ
Salpiqué los rincones de gotas de esperanza,
y a la alcándara muda
encadené los trinos del pájaro encantado.
Sólo allà renacÃa,
allà sólo, en silencio,
la mágica certeza de la vida que canta.
Emborroné las horas de luces y de espigas,
y en los huecos del aire
dejé escurrir la lava del oro del poniente.
Sólo allà se resume,
allà sólo, albergada,
la lasitud que expira sobre el sur de la noche.
Despegué de los ojos la flor de las aliagas,
y en un campo espinado
quise enredar las almas errantes del poema.
Sólo allà quedé ciega.
Allà sólo, asombrada,
pude ver desde dentro la luz de los tesoros.