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Luciano Casta��n




Cielo de los marinos



Está su cielo azul en la taberna.
Vino tinto se llama su Dios
-desbrozador de telarañas-
porque es barato
y alivia no sólo las gargantas.
Un reguero de palabras
discurre sinovial
en términos marineros que se desalan.

En prosa y proa siempre el mar y lo marino:
-mentirosos peces, ahítas nasas,
redes rotas por la plétora
y remo que no cía,
del este traidor la vela preñada,
el naufragio del 93, olas
y la fantasmagoría del heridor pez espada...-

Pleamar sin equinoccio en la taberna.
Traspuesta en rutinarios diálogos
-violentos o remisos-
sube y baja la coloquial marea.
Con un cuchillo sin filo apenas
se dividiría el humano vaho
que flota -que devala-
sobre las testas marineras.

Para que aviven el seso y despierten
pienso que necesitan
alguien que los oriente.