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Tomás Segovia



Vientre



La pobre carne inocente,
dulce montón de tibieza
y ciega orfandad, se siente,
tras la elástica corteza
de la piel, cómo responde
al llamado. Porque esconde
en su entraña agradecida
de construida blandura
toda la rica hermosura
de un destino de vencida.