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Roc韔 Silva Santisteban



Sacrificio



Para Luis Iv谩n



Teniendo como carcelero a un ser nocturno formado de 脡ter y Vac铆o,
el cazador trenza con fin铆simos hilos de oro y plata el lado m谩s
luminoso del universo

sabe que siempre hay algo azul que nos penetra

聯algo azul' repite, mientras exhala el humo
del cigarrillo a trav茅s de las rejas

sin dejar de mover las manos, levanta la mirada de
Puma, la pupila transparente y profunda, y desde su
escondite divisa el vuelo caprichoso del colibr铆

y permanece callado mientras contempla el rastro
misterioso de ese aleteo.

Conoce la importancia de la cacer铆a

pero contin煤a hilando ese rinc贸n de la galaxia

desprendiendo con paciencia los hilos brillantes del
imperdible que ha ensartado a su jean
su castigo era tejer una luz interminable

d铆as de d铆as hasta que al fin aparezca aqu茅lla que lo salve.

En una tarde fr铆a, una mara帽a de nubes creci贸 hasta
disolverse en un rayo de nueve colores

debajo la selva oscurec铆a

una fin铆sima gota de lluvia cay贸 a la tierra recorriendo
el antiguo camino del viento

al chocar con la roca m谩s alta, la diminuta gota explot贸
en miles de chispas enfebrecidas por el contacto con el
Caos

y de una de ellas la figura de una muchacha en sombra
emergi贸 como si se tratara de una Prisionera.

El cazador alz贸 los ojos

una flecha hirviendo penetr贸 su pecho acorazado

abri贸 el cazador su hermosa boca rosada para gritar
algo antes de que la sombra anochezca
y dijo:

te amo, te amo de rodillas
te amo erguido como el sol m谩s alto
.

Pero la muchacha en sombras no pronunci贸 palabra
alguna

permaneci贸 sobre el barro, desnuda, con los peque帽os
pechos virginales aguardando el primer contacto de
luz

el cazador, intranquilo, dej贸 a un lado su trabajo
interminable e intent贸 levantar la superficie de la tierra
para esa criatura

y un rayo que llegaba atravesando las llanuras oscuras
del tiempo penetr贸 en los cabellos de la muchacha

茅l, un hombre aprisionado, se inmolaba por amor

y la Prisionera en un gesto inesperado arranch贸 de las
cuencas sus inmensos ojos que hizo rodar hasta los
pies del cazador

t铆mida y ciega, la muchacha volte贸 su cuerpo entero
hacia el otro lado de la noche, su pelo negr铆simo
resbal贸 como un pez oscuro por su espalda

el cazador con la pericia de sus dedos tom贸 los ojos y
se los llevo a los labios que pos贸 delicadamente sobre
ambas pupilas

la mujer apenas pudo esconder una sonrisa que se alz贸
como el antojadizo vuelo del colibr铆 sobre el abismo

fugaz evanescencia

pero de pronto la tierra enrojeci贸 con la descarga