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Ra�l Contreras



Sobre la misma piedra



Sobre la misma piedra, cuanto tú pases, Tiempo,
sin fin y sin principio,
sin forma ni color:
tiempo de mar y selva,
tiempo de espacio y nube,
tiempo de donde vine,
tiempo hacia donde voy...
sobre la misma piedra
donde tú me dejaste,
bajo un silencio claro te aguardará mi voz.


Será mi cuerpo, entonces como un árbol al viento
redundado de nidos
y con la cima en flor.
Mis pies, hechos raíces,
escarbarán la tierra.
Mis brazos, hechos ramas,
se tenderán al sol.
¿Cuál será mi saludo?
¿Me doblaré a tu paso
con el curvado signo
de la interrogación?
¿Se agitarán mis hojas
en señal de aleluya?
¿Haré sonar mi copa como un gran caracol?

Sobre la misma piedra donde tú me dejaste
porque opuso a tu brío
mi mansa rebelión,
me encontrarás humilde
sin pedirte que seas
para mi tronco, savia;
para mis hierbas, hoz.
¿Y si tardas? No importa
te esperaré lo mismo,
con la marea de antes,
con el remanso de hoy.
¿Avizoré tu límite
y he visto en el espacio
las agujas inmóviles del eterno reloj?

Ah, cuando pases, Tiempo, desorbitado y mínimo,
cómo he de agradecerte
la incomunicación.
Porque en este abandono
de mi sabio desierto
he sentido acendrarse
mi armonía interior.
Todos mis pensamientos
se han deshumanizado
como la luz del día,
limpios de imperfección.
En mí, como en la arena
que guarda los sonidos,
ha penetrado un poco del silencio de Dios...