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Oscar Castro
Romance de barco y junco
El junco de la rivera 
y el doble junco del agua, 
en el país de un estanque 
donde el día se mojaba, 
donde volaban, inversas, 
palomas de inversas alas. 
El junco batido al viento 
-estrella de seda y plata- 
le daba la espalda al cielo 
y hacia el cielo se curvaba, 
como un dibujo salido 
de un biombo de puertas claras. 
El estanque era un océano 
para mi barco pirata: 
mi barco que por las tardes 
en un lucero se anclaba, 
mi barco de niño pobre 
que me trajeron por pascua 
y que hoy surca este romance 
con velas anaranjadas. 
Estrella de marineros, 
en junco al barco guiaba. 
El viento azul que venía 
dolorido de fragancias, 
besaba de lejanías 
mis manos y mis pestañas 
y era caricia redonda 
sobre las velas combadas. 
Al río del pueblo, un día, 
llevé mi barco pirata. 
lo dejé anclado en la orilla 
para hacerle una ensenada; 
mas lo llamó la corriente 
con su telégrafo de aguas 
y huyó pintando la tarde 
de letras anaranjadas. 
Dos lágrimas me trizaron 
las pupilas desoladas. 
en la cubierta del barco 
se fue, llorando, mi infancia.