La chica del Cosmopolita!!!

la flaca

Onceavo piso de la Torre Cosmopolita, en un sitio exclusivo de la Capital, ahí vive ella, independiente, flamante y muy adinerada.

 

Nueve de la noche un sábado, celebración de fin de año, cena todo pago con el Jefe en el Central Club de la Capital, ahí está él, ¿de qué otra manera podría estar ahí?, si fuera por su cuenta podría tomarse dos tragos y volver a casa sin la tercera parte de su salario.

 

El Central Club es el sitio favorito de ella, hace la entrada de siempre, todos saben quién es, chica lista, arrogante, muy educada, diseñadora no digamos famosa pero si con cierto grado de reputación en el medio, varios posgrados y mucha experiencia en negocios, la niña de padres adinerados pero con dinero propio, por eso se siente más que sus amigas, tiene una mesa reservada, cena sola, odia comer acompañada, su imagen es la portada de cualquier revista, zapatos altos de charol rojo de su diseñador exclusivo, joyas de Nina Rose quien es su amiga, cinturón rojo Gucci y el vestido gris pálido en perfecto contraste con su todo de piel, escote cuadrado y profundo, largo perfecto, elegante, la abertura al frente incitante, único en su nueva colección, ceñido, muy ceñido al cuerpo casi perfecto de esa mujer.

 

Al entrar la recibe el propio administrador, pasan al lado de su mesa, todos al mismo tiempo embelesados la miran, ni siquiera el Jefe, dueño de la compañía, joven exitoso para sus escasos 32, piensa en la posibilidad de su atención, continúan en lo que están.

 

Él anda con lo mejor que encontró para la ocasión, que de ninguna manera era para la ocasión, ha pensado toda la noche en que hubiese preferido unas cervezas en el bar frente a la oficina, ni siquiera entiende el menú, el jefe vuelve a ver cada tanto a la mesa donde está sentada ella y así transcurre la noche, todos están un poco pasados de copas, abusando de la invitación, él ni siquiera puede hacer eso sin sentirse avergonzado.

 

Ella termina de cenar y pasa al bar, allí se sienta en una de las barras que está reservada especialmente para ella y algunas amigas. Ellos salen con los pormenores propios del licor en el cuerpo, él va un poco atrás con las manos en la chaqueta y por algún impulso estúpido, de esos que nos dan cuando tenemos vergüenza, llevándonos a hacer alguna cosa aún más estúpida, voltea a ver hacia ella con la seguridad que nunca ha tenido en toda su miserable vida pero sin levantar del todo la cabeza, ella lo ve al instante y le sostiene la mirada, ninguno de los dos quita la vista, malditos ojos marrones piensa, hasta que no resiste la dominación que ejerce con toda su pose hacia él y baja rendido la cabeza, se siente aún más miserable, aunque haya sido un miserable con suerte.​

 

Se despiden fríamente, ninguno es amigo del otro y él se dirige a su auto, es cualquier auto a la orilla de la calle, ya en el auto piensa: “un miserable con suerte”, ¿qué tan buena suerte es que una chica como ella, probablemente superflua y estúpida le haya notado?, ¡ninguna!, así que sigue siendo sólo un pobre con la suerte de una buena cena.

 

El plan, ir por Kelly, tomar un par de cervezas, fornicar y dormir, pero no tiene ánimo para nada de eso, así no fusionará y lo sabe, Kelly se enojará, gritará un poco, le reclamará que no lo excite y que él que no la complazca, pero no se irá, nunca se va.

 

A punto de seguir lo planeado, que en realidad es lo de siempre, siente otra vez ese impulso estúpido y se devuelve al bar, mientras camina piensa que es un imbécil, un imbécil que no puede detenerse, ninguno de los dos cree que esté nuevamente ahí, va decidido hacia ella, hubiese sido menos turbador si ella lo hubiese ignorado un instante, pero lo siguió con sus ojos desafiantes todo el trayecto hasta que al fin se encuentra frente a ella, tiene escasos diez minutos para convencerla de lo que sea que quiera convencerla, aquí no cabe la conquista, no hay un sólo chance apara eso, sino se verá rodeado de sus amigas y pretendientes, por qué no de un novio encantador, será un diminuto pez fuera del agua, saltando atolondrado tratando de no ahogarse.

 

En mi departamento tengo cuatro latas de cerveza fría, un disco nuevo de Gorillaz y una película aburridísima de mi novia, “el diario de Bridget”, ella soltó a reír escandalosamente, era lo más ridículo y a la vez franco que le habían dicho de buenas a primeras, ni siquiera saludó, no se presentó, entendía que este tipo no tenía presentación que valiera con ella, y por ese impulso estúpido que sentimos de cometer errores, esa necesidad de caminar al filo de lo absurdo, de buscar lo prohibido, lo nocivo, ella llamó al tipo del bar y le dio sus llaves, -llévalo al estacionamiento, mañana paso por el-, ¡señorita, no quiero ser indiscreto, pero… - no lo sea entonces, gracias-, salieron.

 

Ya en su auto, él no deja de pensar que cometió el peor error de su vida, cómo la va a llevar a su departamento, cómo es que se le ocurrió semejante estupidez, si ya en el auto ella parece una pieza de cristal olvidada entre un montón de yeso, lo perturba ese olor suave y fresco, tan fresco que sintió nuevamente el imprevisto escalofrío de la estupidez y la idea de abrasarla le paralizó un micro segundo, microsegundo en el que entró la llamada de Kelly, - la ve, el teléfono suena, la ignora, el teléfono sigue sonando, sabe que Kelly no dejará de llamarlo, entonces lo apaga, -¿su novia?-, sí. –Conteste-, no.

 

Piensa rápidamente cómo salirse del problema en el que está, ni siquiera recuerda en condiciones quedó su apartamento antes de salir, y Kelly irá hasta ahí si no le contesta dentro de los próximos diez minutos.

 

-podemos ir a mi casa- opción que él no aceptó por nada del mundo, pero si van hasta el apartamento serán noticia la mañana siguiente, en primera plana “novia celosa mata a famosa diseñadora”, y la gente se preguntará si él la secuestro, de que otra manera ella iba a estar ahí, así que detiene el auto y baja, ya vuelvo, toma su teléfono, ella comprende el asunto y espera, nada parece inmutarla.

 

Una vez que regresa se dirigen al apartamento,- ¿Cómo se llama?-, que importa, -si voy hasta su casa debo saber por lo menos su nombre aunque sigamos siendo desconocidos- , hay cierto dejo de arrogancia cuando habla, como dice las cosas, o es cierta seguridad que a él se le torna desconocida.

 

No contesta, y ella se ríe condescendiente, llegan al apartamento y está peor de lo que él recordaba, hasta ese momento él no dice una palabra y ella no parece esperarla, de pronto siente que se le revuelve el estómago y se da cuenta que cada vez que se dirige a ella tiene esa sensación de nauseas, pero cada vez que abre la boca tiene un coraje inusual que le da la impresión de no ser él el que habla, - listo, aquí estamos, puede salir corriendo o llamar un taxi, pero si se queda vamos a tomar la cerveza y ver a la gorda de Bridget a todo volumen para que no nos escuche fornicar mi vecina y le cuente mañana a Kelly que de ninguna manera estaba enfermo, sino que estaba con alguna zorra.

 

Ella lo ve, se ríe de la misma manera que en el auto, camina hasta el refri y saca las cervezas, -vamos a tomar las cervezas, le subiremos el volumen a los Gorillaz y fornicamos toda noche, voy a llamar un taxi después de eso y saldré procurando no ser una zorra para mañana, y para mañana usted y yo nunca nos habremos visto-.

 

Mientras la oía hablar sentía una necesidad desbordante de estar sobre ella, pero todo lo que decía sonaba a una advertencia, como si estuviera segura que después de eso él sería un problema y de pronto se sintió seguro a cinco pasos de esa mujer… muy tarde, ella camina hasta donde él y lo besa, el olor de su boca sobrepasaba el de la cerveza, cada segundo es más intenso y va despedazando su cerebro al mismo ritmo que su mano suavemente le acaricia la verga, supo que mañana iba ser un miserable peor, después de mañana Kelly no existiría y una parte de él irremediablemente también se iría con ella, mañana el sería él tipo que se cogía a cuanta chica pudiera pensando en ella.

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