Oh sí, amada viniste a mi!
Me tocaste con tus alas el alma
y en vez de levantarme me acurruqué,
mientras tu me hablabas en versos
y dejé correr la miel, como quien deja
correr agua, ahora...no recuerdo
tus palabras que eran como río
extasiado, oyéndote me quedé dormido
sobre laureles marchitos
secos creyendo que mi mente
guardaría todo; el ritmo, el trino
el rumor y los verbos
¡Tonto de mi!, que como Ulises
vuelve a Ítaca con las manos vacías
La belleza por efímera es triste.
Comentarios1
Como tu mismo dices Sevástian....tonto de tí.....
Triste pero enseñanza.
Saludos
David
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