Invasión

Caramelo de Ricina

 Por las comisuras de tu boca se escapa la castidad 
que fundió tu mano 
al marcar mis trópicos. 
Te deslizas entre mis valles con los astros encendidos, 
y me disuelvo 
en la punta de tu lengua 
como un comprimido ansioso por despertar tus catástrofes.

 

Avivas el fogón 
con mis ramas secas 
y escondes bajo mi tierra 
tu cerbatana ofídica 
que no sabe de paz.

 

Embebes en tinta tu pelo 
y paseas sobre mí creando maleza 
que 
intentaré en vano 
arrancar con los dientes 
cuando la soledad me ponga de rodillas frente a tu vanidad.

 

Anegaste el bosque, 
lo convertiste en pantano.  
Trenzaste las nubes para despejar mi sur 
e izar tu bandera.
Mi amor, son mis aguas 
pero tuya es la marea.

 

Y vuelves 
sin paracaídas a mí 
por la pendiente más empinada 
hasta las depresiones de Venus.
Tu eclipse concupiscente inmoviliza mi badén lúbrico
tallado por espadas impúdicas.
Tomas de rehén al pudor 
mientras tu barbarie trepa por mis muslos 
y mi resistencia se desvanece a su paso. 
Besas la hibris 
y tus ojos libidinosos brillan 
al ver 
mi imperio
cayendo 
por tus dedos.

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Comentarios1

  • Jareth Cruz

    Vaya que escribes muy bien, te felicito. Muy buen poema. Ha sido un brasier, digo, digo, ha sido un placer leerte. Besos.



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