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93. MICROSOMOS… PARTE I

En existencia permanente día y noche

azul está colgado en el celeste,

está en cuatro vientos verde leche,

con algunos “espejos del alma”

a veces el atuendo completando

del paraiso miniatura

dispuesto a las almas que se aman.


Centrado tras un verde paredón

un lecho adornado por la sábana,

de color que no descifro

entre blanquecino y grisáceo

cubriendo todo el fondo del recinto

silenciando los pasos que se escapan

descansa mullido un tapiz,

 

por la transparencia de un vidrio inexistente

en ventana que cerrada aislar pretende

externos ruidos con miradas indecentes

de fulanas no invitadas,

penetra el amarillo mortecino

de una vieja lámpara colgada

afuera en una esquina,

combinando en interior el blanquecino de la plata

que derrama un estático tv que has encendido,

produciendo algunas veces sombras bronce y plata

del contorno de enceres que están dentro,

incluyendo un ser alto, hermoso, vanidoso,

en el paraíso ideal para amar.


Inundada de seducción,

una alcoba grande, inmensa, eterna,

en una gran casona de esquina

sobre los recuerdos musicales

de los clásicos de Olmedo

que se escapan desde el piso inferior

y se confunden con la bravura del rio

que despeña los caminos despues del aguacero:

se encuentra el microcosmos infinito…

paraíso ideal para el amor.

 

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